La comarca del Sorbe celebró la Romería de Peñamira
En la Ermita dedicada a la Virgen del río Sorbe, reconstruida en el año 1998 sobre las aguas del pantano de Beleña, después de que la original, a orillas del río, quedara inundad por las aguas
martes 02 de junio de 2015, 12:19h
La comarca del Sorbe celebró este pasado sábado la Romería de la Virgen de Peñamira. A partir de las doce de la mañana, fieles procedentes de los nueve pueblos convocados: Beleña, Torrebeleña, Montarrón, Jocar, Sacedoncillo, La Mierla, Muriel, Puebla de Beleña y Aleas, se acercaban hasta la Ermita de la Virgen. La original la cubrieron las aguas del pantano de Beleña en el año 1982. Posteriormente, y después de no pocas vicisitudes, la Ermita fue reconstruida en el mismo término municipal de Muriel (Tamajón), en el que estaba originariamente.
El paraje, unos metros por encima de la línea de flotación de la presa, es excepcional. Las aguas, de color azul profundo, están circunvaladas por todos los tonos verdes imaginables procedentes de las especies arbóreas del lugar. Las aguas del pantano rozan con su suave ondular los territorios de los pueblos convocados, algunos, como Jócar o Sacedoncillo, desaparecidos, aunque sus oriundos mantengan la costumbre de acudir a la romería.
Después de que la Ermita, a instancias de lugareños como Julián García, vecino de Muriel, y entonces alcalde pedáneo, “siempre con el apoyo del Ayuntamiento de Tamajón, y de su alcalde, que entonces también era Eugenio Esteban, y también del obispado, representado entonces por don Jesús Pla”, fuera reconstruida en el año 1998, se decidió que la romería se celebrara anualmente el último sábado de mayo. “Antes era costumbre que cada pueblo se acercara a la Ermita un día. Desde la reconstrucción, toda la comarca se reúne el mismo día”, dice Julián.
La Romería de la Virgen de Peñamira es hoy una sencilla pero sincera muestra de la fe que la comarca le tiene a la señora. A partir de las 12 de la mañana del sábado, y en la explanada frente a la nueva ermita que permite las mejores vistas sobre el pantano, se celebró una misa campera, presidida por la talla de la de Peñamira, que no es la original, puesto que la de escayola quedó sumergida en el lecho de la presa. “La actual es una reproducción de aquella”, confirma Julián.
“Los fieles llegan de pueblos pequeños, pero muy devotos”, afirma Juan Pablo López, párroco de La Mierla, y anteriormente también de Tamajón y Muriel, que celebró la eucaristía a la que acudieron también otros dos párrocos más de la comarca como concelebrantes, Andrés Martínez y Fidel Blasco.
Después de subastarse los banzos y las cintas, y de tener lugar la procesión por el entorno, la comarca compartió la comida en el entorno idílico. La costumbre es que cada pueblo se siente a la mesa, o ponga sus mantas, en la misma ubicación. Unas gotas de lluvia después de la comida refrescaron el ambiente.
Julián acude cada año al lugar con su familia al completo. Todo lo que relata sobre la señora, le sale del corazón. “Desde siempre, Muriel había bajado en mayo a la Ermita. Antes lo hacíamos todos juntos desde el pueblo y hasta el río, haciendo a pie, o a lomos de las caballerías, los tres kilómetros que distaban entre el pueblo y la ermita. Cuando llegábamos empezábamos la procesión”, dice.
Al recordar cómo le pidió a la señora que lo salvara de una operación, no pudo reprimir una lágrima. “Dicen que antaño, quisieron alejar la ermita del río para que no se la llevara el agua, pero la de Peñamira se aparecía al borde de las aguas. Así que nunca, hasta la construcción del pantano, se cambió el lugar”, explica. “De chicos, bajábamos a clavar estacas de sarga para que tupieran la orilla y desviaran el agua”, recuerda su cuñado, Victoriano Navas. Además, García recuerda que cuando se le pedía que regara la cosecha del cereal, “lo hacía”. Acompañando a los lugareños estuvo Eugenio Esteban, alcalde de Tamajón, que también lo era cuando apoyó la reconstrucción del lugar en su emplazamiento actual, habiendo sido precedido en este mismo esfuerzo por el anterior alcalde, Manuel Esteban, que tramitó el expediente con el obispado un tiempo antes.