Las Reales Academias, por primera vez, exigen un Pacto de Estado por la Educación para conseguir un sistema “universal, gratuito y extendido por el todo el territorio”.
El Instituto Español, formado por las nueve Reales Academias españoles, exige, por primera vez, un Pacto de Estado para la Educación que sea “inaplazable” y “urgente”, ante la “volatilidad” de la legislación en esta materia en los treinta años de democracia en España.
El acto de presentación de esta iniciativa ha contado con la presencia de todos los dirigentes de las Reales Academias – la Real Academia de Medicina, la de la Lengua Española, Historia, Bellas Artes de San Fernando, Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Ciencias Morales y Políticas, Farmacia e Ingeniería-. En esta presentación, el presidente del Instituto Español y de la Real Academia de Medicina, Joaquín Poch Broto, ha señalado que “las circunstancias del país nos obligan a reclamar este pacto”.
Esta propuesta llega tras medio siglo de reformas educativas que no han dado resultados positivos; en cualquier caso, Poch aclara que no se trata de una medida política, sino de un manifiesto que muestra su “decepción” y “sentimiento de fracaso” por los resultados del sistema educativos, peso a los medios presupuestarios y los materiales que deberían haber permitido que la educación fuera “universal, gratuito y extendido por todo el territorio como en esta última etapa democrática”.
El Instituto Español señala que la clave de un sistema educativo de éxito es la estabilidad política e ideológica, así como un compromiso social que comience en la familia, como base de la formación para alcanzar la solidaridad ciudadana.
Las Reales Academias apuestan por una educación para la ciudadanía que abarque desde la antigua urbanidad hasta el estudio constitucional de los derechos y deberes de los ciudadanos, pasando por el conocimiento de la lengua española, la autonómica y un idioma extranjera, el lenguaje matemático, el mundo natural y las leyes fisicoquímicas, el equilibrio biológico y ecológico, el conocimiento del cuerpo, las nuevas tecnologías, las artes, la geografía, la historia y la filosofía –la gran perdedora de las reformas educativas-.
Se trata de un currículo de Estado que contenga la cultura científica y humanística, basado en la calidad de contenidos, la calidad y selección del profesorado y la conciencia de que la educación comienza en casa.