Save the Children ha recreado este sábado en la Puerta de Alcalá de Madrid la realidad de millones de niños en Siria que han visto mermado su derecho a la educación por culpa de la guerra.
Dos niños sirios sentados en sus pupitres en un colegio completamente destruido como resultado de los continuos ataques a colegios en el conflicto sirio. Lawrence y Haydi, protagonistas de la escena, son dos hermanos, de 7 y 3 años respectivamente. Su familia huyó de Siria en 2013 buscando un futuro mejor en España, pero su mala situación económica ha obligado a su padre a volver a Damasco para trabajar. Lawrence nació en Siria mientras que su hermana Haydi nació en Madrid, representando a la nueva generación de hijos de refugiados sirios nacidos en Europa.
"Es intolerable que los niños sirios estén sufriendo las consecuencias devastadoras de esta guerra que tiene rostro de infancia. Los colegios se han convertido en objetivo de este conflicto. Sin una educación estable, se enfrentan a un futuro muy incierto", denunció Andrés Conde, director general de Save the Children.
La educación es objeto de ataque en toda Siria. En los últimos cuatro años se han producido más de 4.000 ataques sobre colegios, desde bombardeos y fuego de artillería contra los edificios hasta grupos armados que han tomado colegios para convertirlos en bases militares, centros de detención o cámaras de tortura.
Las Naciones Unidas calculan que uno de cada cuatro colegios ha sido atacado en Siria. La escolarización, cercana al 100% en muchas zonas antes de la guerra, se ha desplomado y actualmente hay 2,7 millones de niños sirios que no van al colegio. En unos pocos años se han anulado décadas de progreso educativo.
Los niños ya no están seguros ni en sótanos ni en refugios subterráneos por el uso de las bombas antibúnker. Estos nuevos misiles impiden que los menores puedan seguir con su educación ya que los colegios establecidos bajo tierra ya no son seguros. Este tipo de bombas son capaces de no detonarse cuando perforan el suelo y estallan una vez que llegan a los cuatro o cinco metros de profundidad.
Save the Children advierte de que desde el 23 de septiembre las armas explosivas, incluyendo las bombas de racimo, han matado a más de 136 niños y 397 han resultado heridos. Por ello, exige con urgencia el cese inmediato de los ataques a colegios, hospitales y otras infraestructuras civiles; el fin del uso de los asedios como táctica en el conflicto; la apertura de corredores humanitarios continuos y seguros para que las agencias humanitarias distribuyan ayuda a la población necesitada; la libre circulación de la población civil y facilitar la evacuación de quienes necesiten tratamiento.