Las aplicaciones móviles acceden a casi toda la información personal de nuestros smartphones sin que parezca importar a nadie. Y además lo hacen con el conocimiento del usuario. Bajo la fórmula de “Esta aplicación puede acceder a” se aseguran el permiso de los clientes de Android cada vez que se descargan una aplicación desde el Google Play. El funcionamiento es sencillo: la única forma de descargar una app es aceptando estos permisos, sean cuales sean, y la mayoría de la gente lo hace sin leer.
Este sistema, aceptado por todos como el único posible, cada vez está más cuestionado por algunas voces que ven en él un abuso. Un estudio de la Universidad de Georgetown ha concluido que las descargas actuales no protegen al usuario; solo a los desarrolladores. Tras analizar los permisos de uso de las 1.300 aplicaciones más importantes del mercado de Google, los investigadores valoraron que las apps "no informan de manera adecuada sobre el uso que harán con la información que almacenan".
Claro que no todas son iguales. Mientras algunas piden aceptar hasta 47 permisos, otras solo uno de los 126 que en 2013 estaban en la lista de Google y otras como Whatsapp llegan hasta las once.