Esta semana os hablamos de un proyecto en el que los participantes han conversado como si de un lector y un libro se tratase. La Biblioteca Vasconcelos de la Ciudad de México ha celebrado la quinta edición de su “biblioteca humana”, en la que hemos podido ver cómo una mujer le explicaba a sus “lectores” las diferencias que hay entre el español y su lengua, o el complicado proceso de adaptación de un finlandés a México.
Uno de los participantes en este proyecto ha sido el embajador de la República Árabe en el país, quien no dudó en aprovechar la ocasión para dar a conocer a los asistentes un poco más de su cultura.
El director de la biblioteca donde se ha llevado a cabo el evento considera que “cualquier persona posee un saber que puede compartir, y lo que hace este formato es reconocer el saber, no tratar al público sólo como una persona ignorante que viene a conocer algo nuevo sino como una vasija llena que puede compartir y enriquecer a otras personas. Se trata de romper la barrera entre el creador y el público”.
Un modelo de origen suizo
Tal y como explica Goldin, “la idea de las bibliotecas humanas fue adoptada de Suiza con el objetivo de crear espacios de encuentro entre personas diferentes, para romper los prejuicios a través del diálogo directo entre ellos”.
El tema de esta edición fue el lenguaje, a propósito del día mundial de la Lengua Materna, celebrado ese mismo día, por lo que los libros humanos fueron hablantes de chino, guaraní, íddish, árabe, vasco, flamenco, finés, sara mbay, seis lenguas indígenas (náhuatl, zapoteco, mixe, mixteco, totonaca y mazahua) y lenguaje de signos.