ALMA CORAZÓN Y VIDA

Almonacid se viste de flores en el día del Corpus

Declarado Fiesta de Interés Turístico Provincial en 2012, este año los vecinos de la villa alcarreña han erigido ocho altares en los que se ha detenido la procesión del Corpus

Redacción | Lunes 30 de mayo de 2016
La mañana del día del Corpus comenzaba muy pronto en Almonacid de Zorita. Al filo de las seis y media de la mañana, los ocho barrios de la villa alcarreña se levantaban mirando al cielo, para ver si el astro iba o no a dejar tejer las alfombras que recorren prácticamente todas las calles del centro en este día tan especial para el pueblo.

Y, a pesar de que alguna gota se escapó, lo único que hizo fue fijar un poco más la viruta de madera teñida de colores, pétalos flores, cáscara de huevo, posos de café y el resto de materiales al suelo. A partir de las once de la mañana, abría el cielo, dejando una preciosa mañana de primavera, algo ventosa y un poco más fresca de lo que debiera en estas fechas, pero perfecta para la celebración.

Decenas de curiosos recorrían las calles para observar y fotografiar cómo el buen gusto local había decorado con figuras geométricas asfalto y el adoquinado, llenando el centro de Almonacid de mil formas y colores y de estampas tan sorprendentes como bellas. Unos minutos antes de que sonaran las campanas de Santo Domingo de Silos, las alfombras del Corpus de poco más de un metro de anchura, se extendían sobre el mismo centro de la calzada, en ocho tramos, tantos como altares había para adorar al Santísimo Sacramento, y casi dos kilómetros de extensión. La decoración de cada uno de ellos es responsabilidad de uno de los barrios de Almonacid. Todos rivalizan por ser el tramo más admirado, y el que más destaca sobre el firme.

Además de las alfombras que unen el recorrido de la procesión, cada barrio levanta un altar sobre el que luego irá descansando, sucesivamente la custodia que simboliza el cuerpo y la sangre de Cristo. Delante de las aras, la alfombra más bonita, a modo de gran cuadro pintado por la fe local sobre el asfalto.

Además, este año, por primera vez, han sido muchos los lugares emblemáticos del pueblo que se han adornaron de manera adicional. En algunas calles, ramitas de cantueso y de romero completaban con sus olores el espectáculo visual de las alfombras. Por ejemplo, en la misma entrada a la Plaza del Ayuntamiento, los vecinos tejieron un arco con ramas de chopo y flores. Las barandillas de la Ermita de la Virgen de la Luz quedaron elegantemente revestidas de rosas y claveles, y fueron decenas los balcones que se adornaron de flores silvestres, rosas y claveles.

En el altar de la calle de El Pósito estaba trabajando Concepción Toledano. Este año, el vecindario le ha dedicado su construcción a Angela del Olmo, recientemente fallecida. Todavía este año sus mantillas, blancas e impolutas, adornaban la mesa sobre la que descansaba una imagen del Sagrado Corazón. “La ponemos invariablemente sobre el altar desde que mi hermano, que ahora tiene 75 años, hizo la comunión. La imagen era de mi madre, María Cámara”. A los pies de la blancura del altar, el barco de pescador, el mar y el árbol de la vida.

En la Plaza de la Antigua Panaderia, sus vecinos habían rodeado este año por primera vez el árbol que hay en su centro con una bonita decoración geométrica. A eso de las once y media, y después de terminar el trabajo, los artistas tomaban un cafetito y unos bollos, invitados por una de las vecinas más mayores.

Un poco más arriba, en la calle Trinquete, la familia Camarero del Olmo había tejido con serrín de colores y yeso su alfombra correspondiente, en el bonito esconce que hace la calle a esa altura, simbolizando dos palomas con espigas en sus picos. Y cien metros más allá, en la calle San Sebastián, otro barrio terminaba en ese momento su altar. Sus artistas habían entrelazado centros de flores, silvestres y cultivadas, que salpicaban el blanco del altar, junto a la figura de Jesús. Empezaron a las siete de la mañana. “La costumbre es que cuando terminas, recorras el resto del pueblo, y te eches al suelo para ayudar a los que no les ha dado tiempo”, decía una de ellas.

Después de la Misa, que ofició el párroco almorcileño Javier García Toledano, a las 12:45 horas salía de la Iglesia de Santo Domingo de Silos la procesión, precedida por la música complutense del grupo Iplacea. La fiesta del Corpus la organiza la Hermandad del Santísimo Sacramento, que data del año 1540. Hay constancia en aquel año de que un fiel almorcileño hiciera una donación de censos a beneficio de la Hermandad, según explica Angel Fernández de Heredia, uno de los cofrades veteranos.

En la procesión desfilan todos los estandartes de las cofradías almorcileñas, con sus hermanos identificados por sus escapularios. Lo hacen por orden de aparición, de más antigua a más moderna, encabezadas por la del Santísimo Sacramento y su hermano mayor, que este año es Angel Cisneros. La custodia procesiona bajo palio, flanqueado por dos filas de hermanos con cirios encendidos. La construcción del último altar, frente a la entrada de la Iglesia, es privilegio de la Hermandad del Santísimo Sacramento.

La procesión circuyó Almonacid saliendo por la Plaza de la Iglesia, continuó por la calles de Cervantes, de Natalio Gumiel y Morago y de la Virgen de la Luz, para llegar a la Plaza de la Puerta Nueva. Se adentró entonces en la calle del Gobernador, plaza del Coso, calles de Trinquete y San Sebastián, y de nuevo por la calle de Nuestra Señora Virgen de la Luz, para regresar a la Iglesia por las calles del Pósito y Luis Fernández de Heredia. Es costumbre que los niños que han hecho la comunión ese año lancen pétalos de rosa en cada uno de los altares y que sólo una vez pasa la custodia, se puedan pisar las alfombras.

El primer libro de la Hermandad del Santísimo Sacramento que se conserva data de 1714, si bien hace referencia a alguno anterior, que se ha perdido. Debió tener gran importancia, porque, según los documentos, algunos años, se llegaron a celebrar incluso corridas de toros, y sonaba en abundancia la música de las chirimías. La Hermandad sufrió una primera crisis, con la Desamortización de Mendizábal (1834-1836), aunque nunca llegara a perderse el culto. Si se perdió entre 1936 y 1964, después de la Guerra Civil. En aquel año, y a instancia del entonces párroco local Epifanio Herranz, y de Manuel Toledano Parra, se refunda la Hermandad, que ha seguido ininterrumpidamente el culto desde entonces. A partir del año 1974, se alfombran de colores las calles. También es costumbre que los domingos terceros de mes se celebre una procesión con la custodia del Santísimo Sacramento por el interior de la iglesia.

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