ALMA CORAZÓN Y VIDA

El barrio de San Juan se lleva el premio al mejor Arco de San Juan 2016 en Sigüenza

Redacción | Viernes 24 de junio de 2016
Segundo ha sido el fabricado por empleados y mayores de la Residencia Saturnino López Novoa y tercero el igualmente hecho por la Residencia La Alameda

Madrugaba ayer por la mañana la ciudad de Sigüenza para que no calentara mucho el sol a la hora de hacer acopio del cantueso, en el monte, de rosas y demás materia vegetal que se componen los Arcos de San Juan. Hasta ayer mismo, a mediodía, los barrios tenían tiempo de inscribirse en el registro del Ayuntamiento, para que luego el jurado que debía determinar cuáles eran los tres más bonitos del año, pudiera pasar en tiempo y forma a visitarlos todos.

El jurado lo integraron representantes de las asociaciones de Jubilados, de Amas de Casa, de Dulzaineros, el Centro Cultura Popular, además de los munícipes José Manuel Latre, Charo Toro, Charo Galán, Felipe Lucio y Julián Barrero.

Jurado y dulzaineros de Sigüenza habían quedado a las 19:00 horas de la tarde para, juntos, recorrer los ocho barrios que se presentaban a concurso y valorar sus trabajos. Para todos ellos, el Ayuntamiento reservó una pequeña dotación económica con la que contribuir al mantenimiento de la tradición.

El pasacalle, la jota y la sanjuanera empezaban a sonar, primeramente en la Residencia de La Alameda. A la altura de la Ermita del Humilladero, empezaba a sonar la jota. Más de cuarenta abuelos y abuelas que viven allí se habían afanado para construir, a lo largo del último mes, los bonitos arcos enlazados que había a la entrada del lugar. Estaban dedicados a la calle de La Alfarería de Sigüenza, y, además de ramas de chopo, rosas y cantueso, había también trabajos hechos en barro. Antes de empezar, y de la mano del terapeuta ocupacional Daniel Sánchez, lo habían trabajado todo en un taller de memoria. Su excelente labor conjunta, les hizo acreedores al segundo premio.

La siguiente parada en el recorrido fue la Residencia San Mateo. Al igual que en la anterior, sus mayores, dirigidos en este caso por Mónica Ortiz, habían puesto todo su interés por fabricar un hermoso arco, que, como siempre, estaba emplazado en el patio interior del lugar. Flores, naturales y de papel, ramas de chopo, y el altarcillo de San Juan, distinguían el lugar en la calurosa tarde veraniega, en la que bien pasadas las siete, aún se conservaban los treinta grados. Los arcos verdes, salpimentados con las flores, le prestaron a lo largo del día de ayer toda su alegría a la pared de piedra sobre la que se apoyaron.

Entre chirimías y jotas, la comitiva llegaba por las calles de Alfonso VI y Madrid hasta la Residencia Saturnino López Novoa. Sus mayores habían fabricado allí otro estupendo arco, con una alfombra hecha con bolitas de papel de color, que con infinita paciencia habían “tejido” los abuelos, dirigidos por Sor Encarnación, la nueva madre superiora de la Residencia, y por la terapeuta ocupacional, Esperanza Juberías, que les contagia su entusiasmo.

El barrio de Francisco Gonzalo, “El Carterillo”, fiel a su costumbre, también fabricó su Arco. Como los más antiguos de la ciudad, también este, más nuevo ha disfrutado de la víspera de San Juan en perfecta armonía de sus vecinos. También hasta allí llegaron las sanjuaneras

De vuelta en el corazón de la ciudad, en el barrio del Tinte, los vecinos habían construido una preciosa alfombra con pétalos de rosa. Las niñas vestidas de sanjuaneras, esperaban la llegada de las dulzainas para echarse a bailar, mientras que los vecinos invitaban a propios y extraños a una riquísima y fresquísima limonada, que se agradecía. Mientras sonaba la jota, se encendía la hoguera en la que se asaron luego las viandas, porque el vecindario cena junto en la noche de San Juan.

El Arco de los Herreros, en la que es una tradición recuperada desde hace cinco años después de que se dejara de hacer en la década de los sesenta, rebosaba alegría sanjuanera seguntina. Los Dulzaineros de La Travesaña se unieron a los de Sigüenza para interpretar, a ocho voces y cuatro tambores, la banda sonora de esta fiesta, mientras las danzantes, igualmente vestidas para la ocasión, hacían sonar las castañuelas.

El jurado se dirigió después al arco de San Juan del barrio de San Juan, que resultó, a la postre, el vencedor del concurso. Los vecinos de esta plaza recoleta, que es uno de los muchos bellos rincones que tiene la ciudad, habían tejido sus formas sobre la escalinata y escenario del ágora, que parecen especialmente hechos para ello. Detrás del altarcillo, el escudo de Sigüenza. Niños y mayores esperaban la llegada del jurado para bailar.

Por fin, el recorrido terminaba en la misma Plaza del Doncel, donde el barrio de San Vicente había elegido un nuevo rincón, esta vez frente a la Casa de Martín Vázquez de Arce, para plantar su Arco. Justo en el centro, una hermosísima alfombra de pétalos de flores subrayaba la belleza natural de la plaza.

El jurado lo tuvo difícil, pero al fin tomó su decisión, reunido en la sala de Juntas del Ayuntamiento. Primero, el barrio de San Juan, segunda, la Residencia de Saturnino López Novoa, y tercera la de La Alameda. Cada uno de los arcos premiados fueron distinguidos con un bonito trofeo, obra del Taller Medieval. Por la noche, actuación de la rondalla y bailes.

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