Según La Voz de Galicia
Afirman que facilitaba la residencia a compatriotas en La Coruña, donde vivió durante diferentes periodos
Redacción | Jueves 22 de septiembre de 2016
La Voz de Galicia en su versión digital, afirma que nadie del entorno de Marcos Campos Nogueira, el padre de la familia asesinada y descuartizada en Pioz, es capaz de encontrar un motivo para semejante asesinato.
Así, cuenta que el hecho de que sus cuerpos apareciesen desmembrados y repartidos en bolsas invita a pensar en un ajuste de cuentas ejecutado por sicarios. Pero quienes conocían a Marcos y a su esposa lo descartan tajantemente. “Era muy buena gente, honrada, incapaz de meterse en líos”, contaba ayer un exmiembro de la orquesta Alarma, con la que Marcos trabajó en el 2010 instalándoles el escenario
.La numerosa colonia brasileña en La Coruña, donde Marcos estuvo en dos etapas de su vida (del 2003 al 2006, y del 2010 al 2011), se muestra consternada y con dudas de lo que pudo pasar y por qué. “De drogas, nada de nada”, dicen todos. Creen que los investigadores han de empezar a indagar en Brasil. Por cómo se produjo el crimen, apuntan a que fue obra de un sicario que viajó hace un mes desde aquel país para cumplir un encargo y regresó al día siguiente. ¿Encargo de quién? Nadie tiene ni idea.
Su hermano, desde Brasil, también pidió ayer que se investigase el entorno del restaurante brasileño de Torrejón de Ardoz en el que trabajó el fallecido como segundo gerente. Tampoco descarta que Marcos contrajera una deuda y que no la pudiera afrontar.
La Guardia Civil investiga si el asunto viene de algún problema que pudiera haber tenido el padre de su esposa, Janaina Santos, un importante empresario de la ciudad de João Pessoa, de donde eran originarios. Hay quien se inclina a pensar que Marcos y su esposa huían de algo o de alguien, y que creyeron que en una casa de un pueblo de Guadalajara nadie los encontraría. Otras fuentes sostienen que el matrimonio emigró a España escapando de alguien. Pero no dicen de quién ni por qué.
En A Coruña poco se sabe de la vida que llevaba Marcos en la actualidad. Cuando en el 2011 dejó la ciudad para regresar a Brasil -allí apenas estuvo un año y medio, cuando se casó y tuvo su primera hija-, sus costumbres eran como las de cualquier inmigrante. “Trabajaba en lo que encontraba. Era un buscavidas”, comenta André Rivelino, con quien coincidió buscando piso para alquilar en el 2010 (Marcos encontró vivienda en los Rosales).
Aparte de trabajar como camarero, panadero y montador de escenarios, Marcos intentó asociarse con una persona para abrir un bar en la ronda de Outeiro, idea que al final no cuajó después de unas diferencias económicas. El fallecido se hizo entonces famoso entre la colonia brasileña por facilitar los papeles de residencia. «Le propuso al mismo abogado que le tramitó a él sus papeles un negocio, que consistía en llevarle compatriotas al despacho para que les formalizase la solicitud de residencia a cambio de un dinero», cuenta uno de sus muchos amigos que dejó aquí. Trabajaba a comisión. Es cierto que aquello «le trajo algunos problemas con otros brasileños, pero aunque engañara a alguno pidiéndole mucho más dinero del necesario, su asesinato no viene de ahí. Eran cantidades pequeñas», explica este inmigrante, antes de precisar que «nadie hace desaparecer a una familia entera por 300 euros».
También destacan de este brasileño de 39 años, que llegó por primera vez a A Coruña con 26, que era «profundamente religioso». Cuentan de él que siempre tenía la palabra Dios en la boca. Era evangélico y sus frases terminaban siempre con una referencia al santísimo.
El hermano de Marcos Campos Nogueira no puede creerse todavía lo que ocurrió. Está seguro de que no andaba metido en asuntos turbios. «Si él estaba con algún problema financiero o siendo presionado por alguna persona, de peleas o algo así, él nunca nos informó», dijo Walfran Campos a una televisión brasileña. Dice que la última vez que habló con él fue el 16 de agosto, tres días después de la última publicación de Marcos en Facebook, cuando publicó una foto con su hija de 4 años titulada «Minha gatinha». La Guardia Civil, por el grado de descomposición de los cuerpos, cree que el crimen se produjo hace un mes, fecha que coincide con su última comunicación con la familia de Brasil.
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