Las personas que todavía no conocen la provincia de Guadalajara tienen mucho por descubrir. En sus cuatro puntos cardinales se encuentran localidades que guardan entre sus calles rincones únicos, emblemas de su historia. Palacios, castillos, iglesias, casas señoriales... siglos contemplan estas construcciones que siempre dejan al visitante con la boca abierta.
El norte, marcado por la piedra y la pizarra En el norte de Guadalajara se encuentran algunos de los lugares históricos más importantes de toda la provincia. Sin ir más lejos, allí se encuentra Sigüenza –segunda ciudad más visitada de Castilla-La Mancha después de Toledo–, donde su catedral, su castillo y sus murallas compiten en belleza y espectacularidad. Además, algunas de sus pedanías como Palazuelos o Imón cuentan con legados únicos como sus murallas o sus salinas. Jadraque destaca por su castillo, mientras que en su vecino Cogolludo comanda la figura de su Palacio de los Duques de Medinaceli. Tampoco se quedan atrás otros lugares como el Monasterio de Bonaval en Retiendas, o las altas murallas de Atienza, así como la pequeña pero impresionante iglesia de San Pedro Apóstol en Villacadima. Pero si por algo es característica esta zona de la provincia es por los pueblos de la Arquitectura Negra, en los que la pizarra de los tejados de sus construcciones se mezclan con el verde de la vegetación que los rodea. Valverde de los Arroyos y Majaelrayo son dos de sus ejemplos mejor conservados. |
El esplendor de la historia en la zona sur de la provincia La zona más al sur de la provincia contempla dos de sus comarcas principales, la Campiña y la Alcarria. La primera de ellas es la más austera en cuanto a construcciones. Sin embargo, se pueden destacar algunos lugares como Uceda, con su iglesia de la Virgen de la Varga, o el palacio de los Ramírez de Arellano de Marchamalo. Sin embargo, en la Alcarria crecen las opciones. En la zona más al sur, muy cerca de la frontera con Cuenca, Pastrana muestra su Palacio Ducal, frente a la plaza de la Hora, a poco metros de su colegiata. Muy cerca, en Zorita de los Canes, la Recópolis y su castillo muestran el esplendor de la localidad en dos épocas diferentes de la historia. Más hacia el norte pero continuando por la zona más al sur de la provincia, destacan principalmente tres localidades. En Torija, su castillo gobierna desde la torre del homenaje los campos que lo rodean. En Hita, su conjunto histórico recuerda la importancia que tuvo este lugar en el medievo, con su Arcipreste como gran baluarte. En Brihuega, sus murallas, sus iglesias y sus construcciones civiles hacen que el turista se encuentre con algo digno de fotografiar a cada paso. La capital monumental Una mención aparte merece la capital, Guadalajara, donde mejor se puede sentir el paso de la historia. Su emblema principal es sin duda el Palacio del Infantado, pero no es el único. Lugares como el puente árabe recuerdan otros tiempos, así como el Torreón de Alvar Fáñez, la Concatedral de Santa María o el Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo. Muestras, cada una de ellas, de cómo la ciudad ha continuado siendo importante ante el paso de los siglos y de los estilos artísticos. | |
El este, tierra de castillos con su propia historia El este de la provincia de Guadalajara comprende principalmente a la Comarca Molinesa, donde el Señorío de Molina cuenta con su propia historia. Por ello, no es de extrañar que su capital, Molina de Aragón, tenga tanto patrimonio que ofrecer. Su castillo y sus murallas, lo más llamativo, es sólo un ejemplo de los muchos edificios antiguos, civiles o religiosos, que han perdurado a lo largo de los años para que ahora el visitante se deleite con ellos. Pero hay muchos otros lugares increíbles en esta zona. La Cueva de los Casares, en Riba de Saelices, encierra el legado de sus primeros pobladores, algo similar de lo que ocurre en Herrería y su Castro del Ceremeño. Sin olvidar el increíble Monasterio de Buenafuente del Sistal, entre otros. Y castillos, muchos castillos, que muestran la conflictividad de la zona en épocas pretéritas. Embid, Cobeta o Fuentelsaz son alguno de ellos, guardando la misma esencia que hacía a los enemigos pensárselo dos veces antes de atacar. | |