Lunes 06 de marzo de 2017
Desde la frialdad de las cifras resulta muy complejo, siquiera aproximarse a la cruda realidad que representan en nuestra provincia los problemas del desempleo y la despoblación.
Unas cifras que nos dicen que el paro se ha incrementado en 930personas en lo que va de año, pese a que a lo largo del mismo, el número de desempleados haya descendido en 2.058.
Sin embargo, hemos de tener en cuenta que 930 desempleados son el equivalente a la población total de más de nueve de los 173 municipios de nuestra provincia, que están en el entorno o por debajo de los 101 habitantes. Si esto lo pudiéramos medir en términos de población activa el número se iría a bastante más del doble.
En una provincia en la que de sus 288 municipios, 247 están por debajo de los 500 habitantes y 173 de éstos por debajo de los 101, el objetivo de frenar el despoblamiento se torna acuciante. Y para poder combatirlo, hay que subrayar que no hay fórmula contra la despoblación y el abandono de nuestros pueblos, que no deba tener en cuenta el empleo como el elemento esencial para frenarla.
Ya sé que no hay recetas mágicas y por experiencia también sé que todo proceso de regeneración y éste lo es claramente, exige de un periodo de desarrollo y maduración.
Nuestro mayor problema es el tiempo, porque el tiempo juega en nuestra contra y, pese a la incipiente recuperación económica en el conjunto de nuestro país, si miro a nuestra provincia, los tiempos se me aparecen como excesivamente largos para hacer posible que muchos de nuestros pueblos no se colapsen y mueran de forma definitiva.
Los esfuerzos que nuestra Diputación se puede permitir están contribuyendo, al menos, a que el deterioro no sea mayor y, en algunos casos, a sujetar la precaria población de algunos de nuestros municipios, pero eso, en sí mismo, es pura y simplemente insuficiente.
Ello, pese a la voluntad y el importante esfuerzo de esta Institución en su apuesta por la creación de empleo, destinando de forma directa parte del presupuesto a formación y empleo, pese a no tener competencias en esta materia, con una partida para el ejercicio 2017 de 2.250.000 € reservada a los Planes de Empleo Extraordinarios; 200.000 € para el Proyecto Piloto de Empleo en zonas de escaso desarrollo, en peligro de despoblación y con población con alto nivel de envejecimiento; y 367.500 euros de fondos propios para los programas de formación orientados a la inserción laboral, Dipuemplea Plus.
Sin embargo, este esfuerzo por si sólo resulta insuficiente y requiere de medidas integrales que favorezcan la inversión y el emprendimiento de aquellas administraciones que tienen responsabilidades y competencias en estas materias y a quienes debemos exigir un mayor grado de implicación para con nuestra provincia.
Afrontar estos problemas con rigor, eficacia y eficiencia, exige el compromiso inequívoco de la Junta de Comunidades para con Guadalajara.
Hacer esto posible requiere políticas de empleo consensuadas con la Diputación y Ayuntamientos y con el resto de agentes implicados, especialmente con los emprendedores y creadores de empleo directo; y que las mismas estén suficientemente dotadas presupuestariamente, para hacer de la creación de empleo selectiva una herramienta contra la despoblación.
Es en este punto, en el que me veo en la obligación no sólo de reclamar políticas de empleo reales para Guadalajara, si no también mantener la exigencia a la Junta para que cumpla con el compromiso adquirido de invertir en nuestra provincia los 8.000.000 € comprometidos para iniciativas de empleo en áreas territoriales con desventajas, dentro del Programa Operativo Fondo Social Europeo para el periodo 2.014-2.020.
Se me podrá contestar que Guadalajara tiene la menor cuota de desempleo de nuestra Comunidad y que con un 13,55% se encuentra lejos de Albacete, Ciudad Real y Toledo, que superan el 20%, pero tengo la sensación de que, en buena medida, nuestra proximidad a la Comunidad de Madrid encubre nuestra tasa real de desempleo que queda en parte disimulada por la despoblación, sin que sea palpable una política real de creación de empleo para nuestra provincia con capacidad para atraer y mantener a nuestra población.
Por este motivo, he vinculado directamente el problema del desempleo en nuestra provincia con el problema del abandono de nuestros pueblos.
Hemos de estudiar y propiciar núcleos de desarrollo que, debidamente ubicados, puedan proporcionar empleo a entornos próximos fomentando su poblamiento.
Ciertamente, los esfuerzos que nuestra Diputación ha realizado en materia de promoción turística han sido importantes y que, en buena medida, como consecuencia de los mismos las pernoctaciones se han incrementado el 24.37% en nuestra provincia, frente al 8.6% del conjunto nacional, pero siempre he considerado que el monocultivo, entendido éste en materia económica como la dependencia de una única fuente de promoción y desarrollo económico implica riesgos excesivos que hacen que cuando las cosas no van bien en ese sector concreto todo o casi todo el esfuerzo se venga abajo.
Por este motivo, creo imprescindible que hagamos el esfuerzo por diversificar las fuentes de nuestro crecimiento económico y, por tanto, de la creación de empleo como la mejor fórmula para hacerlo sostenible en el tiempo y con capacidad para hacer frente a futuros avatares.
Explorar formas de desarrollo de la industria agroalimentaria y de otros derivados, teniendo en cuenta nuestra proximidad a Madrid, que debemos utilizar como un factor favorable y el hecho de encontrarnos entre las autovías 2 y 3, grandes infraestructuras de comunicación, que debieran jugar a nuestro favor para incorporar y no como elementos de huida de nuestros ciudadanos de una realidad deprimida.
Entre todos y cada uno, en la medida de nuestras posibilidades, tenemos la obligación de afrontar el problema del desempleo, encontrar soluciones y ponerlas en marcha. Por ello, apelo a la colaboración de todas las administraciones para poner en el lugar que se merece a Guadalajara.
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