Cientos de personas disfrutaron al formidable Pasaje del Terror montado por voluntarios y voluntarias en el Centro Joven, en un año en el que se estrenó un desfile previo
Redacción | Miércoles 01 de noviembre de 2017
Año a año, la celebración de “Halloween” se consolida como una de las más participativas y esperadas en el calendario sociocultural de Cabanillas del Campo. Son cientos de personas las que se acercan cada 31 de octubre al Centro Joven Municipal a disfrutar de los Pasajes del Terror que allí organizan, con muchísima dedicación y esfuerzo, decenas de voluntarios y voluntarias de la localidad, fundamentalmente jóvenes implicados con esta fiesta, tan “importada” del extranjero, como innegablemente popular a día de hoy.
Este 2017 no defraudó, y la celebración resultó un completo éxito de participación, de asistencia de público y de calidad en el montaje. Este año, como novedad, se había incorporado al programa una quedada previa en la Plaza del Ayuntamiento, a las 5 y media de la tarde, para que niños y mayores, muchos disfrazados, recorrieran desfilando las calles del municipio, hasta llegar al Centro Joven. Una entretenida batucada amenizaba el pasacalles, en el que no faltaron demonios, brujas, monstruos, payasos diabólicos, o personajes de terror del más variado pelaje.
Ya en el Centro Joven, a las siete de la tarde, y con una exquisita puntualidad en esta edición, abrían las puertas los dos Pasajes del Terror montados en el interior del Centro Joven: uno para jóvenes y adultos, y otro pensado para los más pequeños de la casa. Varias decenas de voluntarios habían trabajado duro durante el último mes, y en especial en los últimos días, para ultimar todos los detalles. Así, pasadizos formados por plásticos y mallas negras habían transformado completamente al edificio municipal, hasta dejarlo irreconocible. Los pasillos iban conduciendo a los visitantes entre las diferentes estancias, recodos y rincones donde se habían montado los diferentes cuadros escénicos, todos ellos con el miedo como signo de distinción, y en los que los voluntarios ponían todas sus artes escénicas para aterrar al visitante. Las labores previas de maquillaje resultaron significativamente brillantes, un año más.
Tras una presentación por parte de una terrible pareja de porteros, una terrorífica Caperucita hacía de Cicerone de los visitantes -que iban accediendo por grupos-, y les iba conduciendo de estancia en estancia, para que allí se encontraran con lo esperado: Diablos, asesinos en serie, cadavéricas jóvenes, psicópatas del más variado pelaje, ánimas en pena o feroces criaturas. Cualquier personaje del terror imaginable se daba cita en el Pasaje de Cabanillas, y todo se envolvía en un ambiente de oscuridad, luces de flash parpadeantes y sonidos aterradores, que hacían que hasta el más incrédulo de los visitantes se metiera de lleno en la sugestión.
Mientras, el Pasaje Infantil tenía un recorrido distinto, también bastante aterrador, aunque algo menos cruento, y con niños formando parte del cuerpo de actores. La madrastra de Blancanieves, esqueletos vivientes, hombres lobo, zombis o “novias cadáver” conformaban el espectáculo de este “pasajito” pensado en los más pequeños de la casa.
A su vez, en el exterior del Centro, algunos personajes de terror se encargaban también de animar la espera en las colas, al tiempo que se instalaba un taller de maquillaje de caras en los bajos del edificio. Y a la salida, el siempre reconfortante chocolate con churros, ofrecido un año más por la Asociación de Mujeres, y que fue muy agradecido por todos los presentes.
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