En un sencillo acto en el que la que ha sido profesora del CRA Pimafad de la villa alcarreña recibió, en la última fiesta graduación de sus niños, el cariño del pueblo
Redacción | Lunes 02 de julio de 2018
Con motivo de su jubilación, la comunidad educativa de Fuentenovilla, a iniciativa del AMPA del colegio, y detrás de ella todo el pueblo, le ha tributado un sentido homenaje a Beatriz Tabernero, por haber sido, durante 22 años, maestra del CRA Pimafad de Fuentenovilla. Natural de Alhóndiga, también en Guadalajara, Beatriz llegó a la villa alcarreña en septiembre de 1996. Aquel curso, había siete alumnos en el colegio. En años sucesivos llegó a haber hasta 52. En la actualidad hay 40.
Ahora, en los últimos días como maestra en ejercicio, se enorgullece de que tres de sus alumnas, MartaAbad, Isabel Alarcón y Nuria del Moral, hayan seguido sus pasos -Marta es profesora de Inglés en un colegio en Madrid, Isabel Alarcón lo es en la Escuela Infantil 'Mi Pequeño Hogar' de Fuentenovilla y Nuria acaba de terminar su carrera- pero también de que todos los que han llegado a su edad laboralhayan sabido iniciar sus carreras profesionales en diferentes ámbitos para ganarse la vida.“Estoy muy orgullosa de que hayan sido capaces de sacar sus vidas adelante. Ese el mejor premio que cualquier maestro puede tener”, dice orgullosa.
“Por nuestra vida pasan multitud de profesores que ponen su granito de arena para que los alumnos construyamos los cimientos de nuestra vida. A algunos los olvidamos con el tiempo, perootros son recordados para siempre por la huella que dejan marcada en esos cimientos y en el corazón, como es el caso de la 'profe' Beatriz. Si hay algo que la define, es su cercanía. Cuando llegó al colegio de Fuentenovilla éramos 7 alumnos. Ella consiguió que fuéramos una familia en la que también madres y padres participaban en el día a día del colegio. Tengo que agradecer a Beatriz que lo que hoy soy, maestra, se debe en parte a ella y al ejemplo que nos trasmitió año tras año”, dice Isabel, que recuerda las fiestas de fin de curso que preparaba. “Ella misma cocinaba una paella para sus niños y para los padres”. Esta anécdota refleja la buena relación que existe en la comunidad educativa.
Si bien lo más importante para ella siempre fue la educación de sus alumnos-más de un centenar en todos estos años- también Beatriz ha puesto toda su energía en lograr la mejora de las instalaciones del CRA, “algo para lo que siempre he contado con el apoyo del Ayuntamiento, y especialmente de Montserrat Rivas, la alcaldesa, siempre sensible a todas nuestras demandas”, cuenta la profesora. Así, con el transcurso de los años, el colegio de Fuentenovilla ha duplicado las clases, pasando de dos a cuatro, y ha visto acondicionado el patio, en los primeros años de tierra, para convertirlo en una verdadera área de juegos. Tampoco existían, cuando ella llegó, ni la Biblioteca Blas de Salcedo, ni el auditorio donde ahora se llevan a cabo lasrepresentaciones y fiestas escolares. “Ha sido muy bonito, lograr entre toda la comunidad, mejorar las instalaciones y adecuarlas a las necesidades educativas de los niños en todos los sentidos”, dice la profesora.
Los dos hijos de Consuelo de la Torre han sido alumnos suyos. “Beatriz ha sido una profesora tan exigente como buena. A cada niño, como lo conoce perfectamente, siempre le ha pedido lo máximo que podía dar, y viceversa; todoshan aprendido lo mejor de ella. Yhaciéndolo, ha logrado que Fuentenovilla la quiera. Se merece su homenaje, que se ha ganado a pulso día a día durante más de dos décadas de ejercicio de su profesión”, dice Consuelo.
Y cuando a una persona la quiere la gente, se nota. Por eso, en la última de las ceremonias de graduación de sus alumnos que ha organizado Beatriz, “a ella misma la hemos graduado con matrícula de honor en humanidad”, dice Pablo de la Torre, concejal de Educación del Ayuntamiento de Fuentenovilla. La profesora de Fuentenovillarecibió toga y su birrete, y el aplauso unánime de padres y alumnos de diferentes edades, que encajó con la emoción de unas lágrimas hermosas, de alegría. “Me volvieron a demostrar que Fuentenovilla es mi segunda casa, y los fuentenovilleros, mi segunda familia. Me han hecho sentirme querida y respetada, desde el primer día hasta el último”, termina.
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