GUADALAJARA

Darío Santos, el profesor de Tamajón, pregona las fiestas patronales en honor a la Virgen de los Enebrales

Con la lectura de un ilustrado texto en el que repasó la historia y la leyenda de La Serrana en la Ermita de los Enebrales, donde siempre empiezan las fiestas de Tamajón.

Redacción | Domingo 19 de agosto de 2018

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El profesor de Tamajón, Darío Santos, dio anoche el pregón de las fiestas de Tamajón. Siempre tiene lugar en la Ermita de la Virgen de los Enebrales, dando paso con él a un largo fin de semana en el Umbral del Ocejón, que se prolongará hasta el próximo lunes, día del final de las fiestas. La parte religiosa de la ceremonia religiosa la oficiaron los párrocos locales Hervé Da Silva y Eucher Adounkpe.

Prologaron al profesor leonés, enamorado y casado en la villa agallonera, la presidenta de la refundada en 2016 Hermandad de la Virgen de los Enebrales, Elvira Gamo, y el alcalde de Tamajón, Eugenio Esteban. La presidenta puso al corriente a los agalloneros de la actual situación de la Hermandad. A lo largo del último año, se ha restaurado la imagen de la Virgen, que presentaba desperfectos en cara y manos, así como la del niño Jesús, además de acondicionarse el aparcamiento en el exterior de la Ermita.

Para el año que viene, la Hermandad tiene previsto hacer lo propio con el suelo del coro. Por fin, y al igual que el año pasado los Gaiteros Mirasierra, este año, Elvira Gamo anunció que la Hermandad ha distinguido en 2018 al Ayuntamiento de Tamajón como Hermano de Honor. Recogió la placa el alcalde de la villa agallonera. VER ELVIRA GAMO.

Esteban recordó que la distinción de la Hermandad es para “todos y cada uno de los concejales de la Corporación que me han acompañado en los 28 años que llevo como alcalde”. El regidor igualmente afirmó que se debería continuar la tarea de mejora de la Ermita. “Si antes se habían reparado la torre y el atrio, mejorado la pavimentación, reparado la verja y adecentado la sacristía, deberíamos continuar ahora con la mejora del acceso y señalización del aparcamiento, la restauración de la cubierta del atrio para devolverla a su estado original y con otros trabajos de carácter artístico y ornamental como el retablo, y aun otros más de accesibilidad, como los necesarios para la adecuación de la escalera o el piso del coro”.

El regidor felicitó también a la Hermandad por su trabajo en este tiempo, animó a sus miembros a continuar liderando su labor restauradora, y afirmó, desde el plano material, “que es el que corresponde como alcalde”, que el Ayuntamiento está dispuesto a mantener la colaboración para continuar en la misma línea.

El pregón de Darío Santos empezó citando unos bellos versos del poeta alcarreño Jesús García Perdices, dedicados a La Serrana, que dicen: “Serranilla; montaraz, brava y sencilla; como una amapola en flor; toda la luz de Castilla; se quiebra en la maravilla; de esa mirada que brilla, como un lucero de amor. María, Tú bendices la hidalguía; del pueblo de Tamajón. Y recibes, madre mía; esa corona bravía; que te ofrece cada día; la cumbre del Ocejón”.

Contó a continuación el pregonero, la historia y la leyenda de La Serrana. Corrían los últimos años del siglo XII, o principios del XIII. Era una mañana fría del otoño. Probablemente fuera a finales de septiembre. El cura de Tamajón, Diego Castro de San Félix, que por aquellos difíciles tiempos para el cristianismo (primeros años después de la conquista de estas tierras por los ejércitos cristianos del rey Alfonso VI), atendía casi todos los pueblos de la Sierra, desde Tamajón a Majadas Viejas.

Aquel día se dirigía, desde Almiruete hacia el Vado, para ejercer sus servicios pastorales y celebrar la Santa Misa. A la salida del enebral, cuando se encaminaba hacia el arroyo, su mula dio un resoplido, se encabritó, y “dio, en el suelo, con el buen hombre, entre una inmensa nube de polvo, según podemos admirar en el cuadro mural, catequesis didáctica popular del siglo XVII”, relató con teatralidad. El motivo es que había aparecido una serpiente o dragón. “El sacerdote, que era un gran devoto de la Madre de Dios, se encomendó a ella. Y al instante un resplandor sobrenatural cubrió el lugar, y encima de un enebro apareció una bellísima doncella. La serpiente, que antes amenazaba con terminar con sus días, estaba inmóvil, enroscada y postrada ante La Señora”, siguió. Cuenta la leyenda, y la tradición, que La Virgen le pidió que construyeran una ermita, en su honor, en el lugar de la aparición.

Diego Castro cumplió su promesa y contó a las autoridades del pueblo de Tamajón lo sucedido, quienes, a su vez hicieron lo propio con el arzobispo de Toledo, pues por aquellos tiempos, Tamajón pertenecía a esa diócesis primada. Las autoridades religiosas y civiles se presentaron en el lugar, donde, después de inspeccionarlo, mandaron construir una pequeña ermita románica, en honor de La Virgen, Madre de Dios, bajo la advocación de la Virgen de los Enebrales.

Las autoridades de Tamajón, con el paso del tiempo, la nombrarían “Patrona y Protectora de su villa”, y por extensión, “Patrona de toda La Serranía del Ocejón”. Sería, tres siglos después, a finales del siglo XVI, cuando se decidió construir una nueva ermita, al lado de la original. Patrocinaron su construcción los Señores de Tamajón, que por aquellos tiempos era la todo poderosa familia Mendoza, mecenas de Tamajón, por considerar que la pequeña ermita era poco para tan importante villa y señores. “Tan hermosa y bien construida está esta Ermita, que alguien la ha llamado la catedral de las ermitas de la serranía, por su tamaño, su estilo arquitectónico, el gótico rural, entrañable y sencillo; por su rosetón, el ojo de la Serrana; por sus rejas y por sus arcos”, recordó el pregonero.

La Virgen de los Enebrales siempre ha tenido fama de muy milagrosa. Infinidad de veces se le ha sacado en rogativas para pedir agua para los campos secos y agostados de La Serranía del Ocejón o para que los librara de las pestes, muy frecuentes en aquellos tiempos, e incluso también se sacó, excepcionalmente, en una ocasión, para pedir por el feliz alumbramiento de la reina de España, la reina Isabel II.

Darío Santos terminó con un poema adaptado a la Virgen de los Enebrales, de un poeta leonés, su tierra, que termina así: “¡Serrana!, ¡Virgencita nuestra de Enebrales!; reina y madre del pueblo serrano, muéstranos a Jesús vivo y glorioso; para que nos lleve siempre de su mano”, antes de dar los correspondientes vivas a Tamajón y sus fiestas y por supuesto, a la patrona de Tamajón.

Después del pregón, las peñas del pueblo y algunos particulares, hicieron su correspondiente ofrenda floral, a la Virgen de los Enebrales, y los agalloneros que lo desearon besaron el manto de la patrona. La ceremonia terminó con la el canto del himno a la Virgen de los Enebrales. VER HIMNO A partir de la una de la madrugada, comenzaba la fiesta de Tamajón, con la actuación del grupo Cover Band.

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