Redacción | Sábado 13 de junio de 2020
Torres es el único arquitecto castellano-manchego entre los finalistas de los premios FAD, mientras que el de Noviercas es uno de los dos edificios finalistas ubicados en Castilla y León, junto a una residencia de ancianos en Zamora. La lista de finalistas de esta edición deja claro que, para el jurado, la arquitectura eficiente está por encima de otros criterios y que se ha valorado el talento y la capacidad decisiva de los arquitectos para resolver de forma impecable proyectos con bajo presupuesto
Coincidiendo con el arranque de la Semana de la Arquitectura de Barcelona, que este año se ha celebrado de manera virtual, la Asociación ARQUIN-FAD hizo público el listado de obras finalistas de la 62ª edición de los Premios FAD de Arquitectura e Interiorismo. Al certamen, que es uno de los más longevos y prestigiosos del país, se presentaron un total de 597 obras, distribuidas en cinco categorías anuales: Arquitectura, Interiorismo, Ciudad y Paisaje, Intervenciones efímeras y Pensamiento y Crítica; y una categoría bianual, la Internacional, que también se convocaba este año.
La lista de finalistas de esta edición deja claro que, para el jurado, la arquitectura eficiente está por encima de otros criterios y que ha valorado el talento y la capacidad decisiva de los arquitectos para resolver de forma impecable proyectos con bajo presupuesto.
Este regreso a lo esencial se manifiesta en la selección de los proyectos finalistas. Entre la larga lista de nominados no hay grandes nombres o marcas del sector sino espacios resolutivos, eficiencia energética, optimización de recursos, y cantera y nuevas ideas para el futuro
El Teleclub con Colchones Térmicos proyectado por el albaceteño Pedro Torres y su socia en Bizna Estudio, Rocío García, para la localidad soriana de Noviercas, es uno de los 11 finalistas en la categoría de Arquitectura. Su proyecto resultó ganador de un concurso público para ejecutar un local de reunión en este pueblo de apenas 150 habitantes, situado en una de las zonas de la España Vaciada más afectada por la despoblación. Sustituyendo al antiguo Teleclub -nomenclatura que surgió en los años 60 y 70 para referirse al local social en el que solía estar la única televisión del pueblo- es, fundamentalmente, el lugar de reunión para los vecinos de Noviercas.
Pedro Torres es el único arquitecto castellano-manchego entre los finalistas de los premios FAD, mientras que el de Noviercas es uno de los dos proyectos finalistas ubicados en Castilla y León, junto a una residencia de ancianos en Zamora. El Teleclub también obtuvo una Mención Especial en los Premios Hispalyt 2017-2019 en categoría de Obra Nueva.
La denominación del proyecto se debe a que “el concepto de la obra añade a las grandes salas de reunión colchones térmicos, o espacios que captan radiación solar, de manera que el contraste térmico entre el exterior y el interior resulte ser el menor posible aprovechando esa energía en una comarca de bajísimas temperaturas, pero en la que el cielo tiende a estar despejado”, explica Torres. Y es que Noviercas es una localidad cercana al Moncayo, a 1.095 metros de altura, donde predomina el cierzo frío, todo el año. Además, “los colchones térmicos son los que soportan el golpe de calor en verano, ventilándose por sí mismos y evitando la acumulación de un calor excesivo en el interior. Se trata, pues, de un edificio con una estrategia climática sostenible”, sigue el joven arquitecto.
Los colchones, con orientación Sureste y Suroeste, se construyen duplicando la piel de los salones con otra piel de policarbonato que genera unos espacios de estancia con un rol térmico fundamental: En invierno actúan como captadores solares, el aire exterior es pre-calentado por el sol para minimizar el salto térmico con el que el aire limpio accede al sistema de climatización, que además cuenta con recuperadores de calor. En verano, evitan el sobrecalentamiento gracias a su geometría y a su capacidad de auto-ventilación, también pueden abrirse completamente actuando de terraza cubierta que protege del sol mientras permite el paso la ventilación cruzada a través de todo el edificio, favorecida además por los vientos dominantes.
El edificio tiene 550 metros cuadrados construidos, con dos salones amplios, uno de uso diario (como bar, punto de venta o lugar de reunión entre otros usos) y otro que se utiliza principalmente para eventos y celebraciones. Estos salones necesitan adaptarse a la cantidad de vecinos que deben tener cabida dentro, ya que, aunque Noviercas es un pueblo pequeño, en verano y en las fiestas locales la población se multiplica. La necesidad de flexibilidad de los espacios se resuelve mediante un sistema de puertas correderas y tabiques móviles, lo que propicia que en momentos determinados las salas puedan unificarse generando un gran espacio abierto. El proyecto se extiende más allá de sus propias paredes. Los alrededores del edificio, que está situado en el centro de la plaza del pueblo, también son objeto del mismo, con lo que “su uso puede prolongarse hacia los espacios abiertos exteriores”, explica Torres.
Situado en el área de influencia de la arquitectura mudéjar de Borja, Tarazona o Calatayud, sus arquitectos han prestado especial atención a su integración tanto paisajística como cultural. Por ello, recupera el uso del ladrillo aplantillado con llaga ancha enrasada en la parte baja de las fachadas, desde el contacto con el suelo hasta los 2,70 m de altura configurando los muros sobre los que se apoya la cubierta. Ésta se entiende como una “carcasa” resuelta mediante tejas mixtas que cuya linealidad se prolonga y da la vuelta en vertical mediante el aparejo sin trabar de ladrillos lisos del mismo color para dar homogeneidad a la cubierta.
En el interior es la estructura la que potencia y evidencia el orden. Se ejecuta mediante forjados de nervio in situ de hormigón que muestran unas rítmicas costillas inclinadas en las naves y horizontales en los colchones. Tienen un papel subrayador las luminarias, suspendidas flotando en el plano virtual que a 2,70 separan los dos estratos. Por último, la utilización de un único pavimento continuo de hormigón acentúa el carácter flexible y extensible de todo el edificio.
Los proyectos finalistas de estos Premios FAD 2020 comparten una ADN común, son obras concebidas desde el diálogo con la naturaleza. Todas las intervenciones hacen un uso mínimo de materiales y recuperan lo auténtico, lo esencial y lo original. Los nominados en la modalidad de Arquitectura se distinguen por su integración en el contexto físico y social, por la austeridad constructiva y por un impacto ambiental mínimo.
Cabe destacar, también, la valentía del jurado en su clara apuesta por los jóvenes profesionales, cuya nominación a los Premios FAD, les ayudará a crecer y a hacerse un hueco en el sector, “y aún más si logran la distinción, como ojalá sea el caso de Pedro Torres y Rocío García”, desea Elena Guijarro, decana del COACM.
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