Cualquier aficionado a la observación de aves no puede dejar pasar la oportunidad de visitar la Sierra Norte de Guadalajara
Redacción | Martes 26 de enero de 2021
La primera de estas razones es la gran variedad de ambientes naturales que se encuentran en la Sierra, con la consecuencia lógica de una mayor variedad de especies. Pastizales y matorrales de montaña, pinares, robledales, encinares, sabinares, roquedos, bosques de galería y otros no menos importantes, cautivarán a cualquier amante de la naturaleza.
Otra de las razones por las que es más que recomendable conocer estos espacios es la tranquilidad y paz que embriagará cuerpo y mente de quien los visite, y que convertirá sus observaciones en la naturaleza en una experiencia inolvidable. Esta circunstancia hace que la fauna alada encuentre en esta amplia comarca de Guadalajara las condiciones ideales para poder vivir en condiciones favorables.
Las grandes protagonistas puede que sean las rapaces, con representantes tan honorables como el águila real (Aquila chrysaetos), el águila perdicera (Aquila fasciata), el buitre leonado (Gyps fulvus), el halcón peregrino (Falco peregrinus), el búho real (Bubo bubo) y el alimoche (Neophron percnopterus). Casi todos ellos habitan algunos de los imponentes roquedos que podemos encontrar en la comarca serrana. Tan solo serán necesarios unos prismáticos y una gran dosis de paciencia mirando al cielo.
Pero conviene recordar la existencia de zonas húmedas. Son pocas, pero muy interesantes. Principalmente las Lagunas de Beleña (Puebla de Beleña), que son un punto de descanso en las migraciones de muchas aves, como son las anátidas, limícolas y las grullas (Grus grus). Aunque para evitar la decepción en la visita se tiene que tener presente el nivel de agua de las mismas, ya que se secan con frecuencia. Los embalses artificiales también ofrecen observaciones interesantes, como la garza real (Ardea cinerea), somormujo lavanco (Podiceps cristatus) y otras.
Muy interesantes son también las aves de menor tamaño. En el paseo o excursión por los distintos ambientes montanos, se pueden avistar gran cantidad de especies, como por ejemplo la collalba gris (Oenenathe oenanthe). En esta sentido, no se debe dejar pasar la ocasión de pasear por alguno de los bosques de ribera que atraviesan de norte a sur la sierra. El Jarama, el Sorbe o el Cañamares en primavera ofrecen un concierto sin igual gracias a las poblaciones de aves forestales y de ribera que allí se encuentran. Especies que se pueden escuchar sin dificultad serán la oropéndola (Oriolus oriolus), el ruiseñor común (Luscinia megarhynchos), el chochín (Troglodytes troglodytes) y muchas otras escondidas entre la espesura de la vegetación, que les ofrece seguridad y lugar de nidificación. El broche en estos paseos será el ver, con algo de fortuna, al martín pescador (Alcedo atthis) o al mirlo acuático (Cinclus cinclus).
En cualquier caso, conviene recordar la necesidad de mostrar siempre un comportamiento ético y respetoso hacia las aves y demás seres vivos del medio natural. El límite del disfrute está en el momento que causamos alguna molestia en la naturaleza. Siempre se debe dejar todo como estaba, sin alterar nada y devolver nuestros restos y los que encontremos a un lugar adecuado.
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