Viernes 12 de marzo de 2021
En el territorio de Sigüenza se concretan una serie de simplificaciones de la arquitectura románica que venían manifestándose en el Románico clásico: concluyente sencillez en las trazas y sistemas constructivos y plástica ornamental que se esquematiza hasta el infinito, al tiempo que, en conjunto, se retorna a una arquitectura de gran sobriedad.
En el territorio de Sigüenza es donde se concretan una serie de simplificaciones de la arquitectura románica que venían manifestándose paulatinamente en lo que conocemos como Románico clásico: concluyente sencillez en las trazas y en los sistemas constructivos y plástica ornamental que se esquematiza hasta el infinito, al mismo tiempo que, en conjunto, se retorna a una arquitectura de gran sobriedad, influencia directa de las órdenes reformadoras, que mantienen en su área de influencia el espíritu más profundo de las raíces románicas, y que se perpetuará en un estilo románico, el último que se construye, caracterizado por su adecuación a las necesidades de esos grupos humanos y su filiación con el mundo popular al adoptar el conocimiento y los invariantes constructivos, volumétricos y materiales que ese mundo pone a su alcance como únicos posibles. Sólo se verá influenciado por los lenguajes cisterciense y mudéjar, ya desvanecidos como formas estandarizadas del arte popular.
Y es esta tradición románica renovada, este excepcional y único Románico de síntesis lo que encontramos en tierras de Sigüenza, con centro en las portadas de la catedral y de las iglesias de Santiago y San Vicente, polilobuladas con decoración geométrica, vegetal y de entrelazos sobre capiteles de hojas de acanto, o en las excepcionales de Pinilla y de Baides, con pórtico de columnas pareadas y dobles capiteles historiados o geométricos la primera, y con pórtico en la cara norte la segunda, o las extraordinarias iglesias de Carabias y Saúca, con pórticos en dos fachadas con doble columna y capiteles vegetales esquemáticos, o el conjunto de iglesias de estilo románico más popular como las de Palazuelos, Urés, Pozancos, Jodra, Pelegrina, Cubillas y tantas otras, el que hace este territorio de un valor cultural incalculable.
Tomás Nieto Taberné.
Arquitecto
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