Tras el hallazgo, ha sido estudiada, restaurada y replicada mediante el uso de las nuevas tecnologías
Redacción | Lunes 14 de junio de 2021
Hace unos días, la población guadalajareña de Ribarredonda alcanzó el honroso privilegio de ser la primera localidad regional en la que todos los vecinos con tarjeta sanitaria en el lugar habían sido vacunados. Pese a lo que denota dicha información, sobre todo en cuanto la cortedad del vecindario y su envejecimiento, este pequeño pueblo del antiguo Común de Villa y Tierra de Medinaceli, regresa hoy a los medios de comunicación por seguir luchando; en este ocasión no por hacer frente a la pandemia, sino por mantener su identidad y dignificar su patrimonio.
Fue en 2018, en la iglesia parroquial de San Benito, cuando apareció una cruz metálica oxidada en el sotocoro. Esta pieza, que llamó la atención de algunos vecinos, fue contemplada casualmente en noviembre de dicho año por José Arturo Salgado Pantoja, profesor del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Castilla La Mancha, que en ese momento se encontraba inmerso en un proyecto de catalogación del patrimonio medieval en la provincia. Tras contactar con Gonzalo García Vegas, arqueólogo e historiador oriundo de dicha localidad, ambos emprendieron un proceso de revalorización que ha podido concretarse gracias a la cooperación de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara y el Ayuntamiento de Riba de Saelices, municipio en el que se integra la pedanía de Ribarredonda.
Esta interesante cruz procesional, hecha en bronce sobredorado, es de tipo latino y posee unas dimensiones de 50 por 40 cm. A pesar de que ha perdido los relieves fundidos y demás apliques que la decoraban, mantiene unas bellas labores grabadas sobre sus dos caras. El anverso muestra la impronta dejada tras el arranque de un Cristo crucificado gótico, un detalle en forma de nebulosa, una flor de lis sobre el crucero y diversos elementos vegetales realizados a buril. El reverso, por su parte, alberga nuevos detalles foliáceos, si bien lo más destacado en él son las extraordinarias imágenes del Tetramorfo que ocupan los extremos florenzados.
La excepcionalidad de la pieza hizo que el Delegado Diocesano de Patrimonio Artístico y director del Museo Diocesano, Miguel Ángel Ortega, encomendara las pertinentes labores de limpieza al equipo R Restauración de Bienes Culturales, S. L. Una vez concluidas, Salgado y García Vegas llevaron a cabo un profundo estudio estilístico, formal, iconográfico y comparativo de la cruz procesional que verá la luz, este mismo año, en el número 20 de la revista científica De Arte, editada por el Departamento de Patrimonio Artístico y Documental de la Universidad de León. Gracias a este trabajo, se ha podido corroborar la excepcionalidad de esta pieza en todo el ámbito provincial y diocesano, al ser la única en su especie de filiación burgalesa y fechable en la segunda mitad del siglo XIV.
Esta magnífica obra de orfebrería, y la pila bautismal románica que atesora el templo invitan a volver los ojos hacia el pasado de esta localidad serrana. En efecto, las pesquisas realizadas por los antedichos investigadores también han fructificado en un estudio sobre la historia y el patrimonio artístico de Ribarredonda que será presentado en el I Congreso de Historiadores del Alto Tajo que tendrá lugar en Peralveche el próximo 26 de junio.
Por último, el preocupante problema de la despoblación rural ha facilitado un acuerdo entre las autoridades municipales y diocesanas, a fin de que la cruz procesional quede depositada en el Museo Diocesano de Sigüenza. Asimismo, con el fin de que los pobladores de esta localidad puedan admirar su preciado tesoro, esta institución ha sufragado la realización de una réplica de la cruz que será instalada en el templo parroquial.
Esta labor ha sido ejecutada por la empresa de arqueología y virtualización del patrimonio VIPAT, gracias al uso de diferentes métodos y técnicas de última generación que han permitido crear una copia impresa en 3D. El resultado de este trabajo será mostrado a los lugareños este verano en un acto público, donde participarán algunas de las personas implicadas en el arduo proceso de estudio, conservación y reproducción.
Partiendo de la premisa de que “lo que no se conoce no se valora y lo que no se valora no se protege”, la divulgación de la riqueza patrimonial de localidades como Ribarredonda se hace inexcusable. Y es que solo manteniendo el arraigo de la población y haciéndola partícipe de la importancia que entraña conocer, valorar y preservar la herencia cultural recibida, podrá construirse una base sólida que permita luchar por la supervivencia de estos pueblos en el futuro.
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