Foto : JAVIER CASTAÑÓN
Viernes 12 de noviembre de 2021
Los trabajos realizados en la catedral seguntina en el siglo XVI eliminaron u ocultaron los ábsides románicos. La restauración del retablo mayor, entre 2009 y 2011, facilitó el acceso al muro del primitivo testero y dejó a la vista parte de su diseño original, de este modo, hemos podido reconstruir su aspecto.
El ábside mayor tenía planta semicircular, de 10 m de diámetro, en la que se construyeron tres exedras, una en el centro de su eje, y otras dos radiales, una a cada lado y separadas por dos metros de distancia de la central. Las tres absidiolas están rematadas de igual modo, un arco moldurado, de 2,40 m de luz, que coloca sus salmeres a casi cinco metros de altura del suelo actual. El nicho central presenta un tramo recto, de casi un metro, más el semicírculo de cierre de 1,20 m de radio; el muro curvo conserva en su eje un vano rematado en arco de medio punto de dovelas planas, que está situado a considerable altura, por lo que es posible suponer la existencia de otro orden de ventanas inferior. El paramento superior del gran presbiterio sería parte del soporte de una bóveda que cerraría la cabecera. No obstante, los cambios sucesivos llevados a cabo en el alzado del templo hicieron variar la planificación original.
El primer proyecto catedralicio, del segundo tercio del siglo XII, denota las relaciones del obispo y promotor, Bernardo de Agen (+1152), con la zona franco-aquitana. Así, pudo planificarse una cabecera con un ábside mayor festoneado por otros menores, más un transepto con dos absidiolas, una en cada brazo, y un cuerpo de tres naves, aunque las dimensiones de la obra fueron más modestas que ciertos templos de Auch, Agen y Cahors. En la Península, este mismo tipo de planta se eligió para la iglesia de San Pedro de la Rúa, en Estella y, tal vez también, para algunas catedrales castellanas como Palencia, Segovia y Osma, que rigieron prelados emparentados con don Bernardo.
Concepción Cosmen
Doctora en Historia del Arte
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