¡Una pesetilla para el arco de San Juan! ¡Pero si San Juan no come! ¡Pero nosotras si! Eso decíamos las niñas y niños que nos sentíamos protagonistas de una fiesta transmitida a través de generaciones. Una emoción recorría nuestros sentidos, llegaba el día de San Juan, con él venía la fiesta y el verano.
El sonido de la jotica Sanjuanera se tatareaba en nuestras casas para ir recordando su letra y se jaleaba el baile, el barrio se preparaba ensayando unos días antes.
- Niñas aprendérosla bien! - Cantar todas juntas con nosotras! Decían nuestras madres.
– Y una y dos y tres y vuelta a empezar. -Vamos! Bailando juntas, punta, tacón, punta, tacón, punta y vuelta otra vez. Lalaralaralalala!
Rebuscábamos en el baúl el traje de la fiesta: falda roja, camisa, pañuelo y delantal negros, zapatito y la media calada para las niñas y camisa blanca, chaleco y calzones negros para los niños.
¡Qué emoción la noche anterior! Había que ir a robar rosas, buscando en cada esquina un rosal, corriendo para que no nos pillaran. La mañana de San Juan, íbamos a la chopera del arroyo cortando grandes ramas de chopo para hacer un arco y un altar para San Juan. Luego íbamos al pinar para recoger sanjuaneras frescas y perfumadas para esparcir en el arco su fragancia. Las coloridas rosas se entretejían con las verdes ramas de chopo formando una vistosa guirnalda. El cantueso y los pétalos de rosas formaban florida y olorosa alfombra al pie del altar.
En el barrio todos preparábamos las canciones, el baile y los trajes de la fiesta y construíamos el arco. Los niños pedíamos pesetillas que servirían para comer y endulzar la fiesta.
Las tradiciones unidas a la noche de San Juan siguen siendo una de las señas de identidad del patrimonio de nuestra ciudad. Continúan las noches de rosas y cardos, las mañanas de ramas de chopo, las tardes de arcos llenos de fragancias de rosas y sanjuaneras de cantueso. La mañana de San Juan huele a chocolate recién hecho, a comidas vecinales y tardes de merienda con onzas de chocolate. Es la fiesta de los olores, sabores, colores y de la música: es la fiesta de San Juan.
Es una noche que celebramos los seguntinos en la Plaza Mayor con el baile, las canciones, la música de la bandurria y la guitarra, con los sonidos de los dulzaineros, con el fuego de la hoguera representando la eterna luz del sol y los deseos de cada uno y de todos. Una fiesta mágica y hermosa para pedir un sueño, que Sigüenza sea Ciudad Patrimonio de la Humanidad.
Ana Blasco HernandoConcejala de Cultura del Ayuntamiento de Sigüenza