Redacción | Viernes 28 de octubre de 2022
Cada barrio o rincón por el que se camine en Sigüenza es historia y arte. A vuela pluma aconsejamos al turista empezar su paseo visitando la catedral, una de las diez mejores de España, donde resalta la escultura funeraria del Doncel, pero también la imagen de la patrona, la Virgen de la Mayor, el claustro, el coro y sus numerosas capillas, sacristías y altares.
Desde allí, por la Puerta del Mercado, salimos a la plaza Mayor, típicamente castellana, del siglo XV, con recios soportales y casas señoriales. Desde la plaza, la ciudad trepa y las calles se entrecruzan con plazuelas. Iniciada la subida por la calle Mayor dejaremos a la izquierda la iglesia de Santiago- ahora en recuperación como centro de interpretación del románico- y girando a la derecha, nos adentraremos por las travesañas Baja y Alta, arcos, puertas, la iglesia de San Vicente- el otro patrón-, la plazuela de la cárcel, la Casa del Doncel… un ambiente medieval a disfrutar andando. Y en lo más alto, el castillo, enclave en el que han acontecido importantes sucesos históricos, el más relevante su reconquista el 22 de enero de 1124 por el caballero Bernardo de Agén, reconvertido en Parador Nacional de Turismo, que ofrece desde sus habitaciones espectaculares amaneceres y atardeceres con el paisaje de los frondosos pinares.
Y nos quedaría todavía bastante por ver. Recomendamos bajar por la llamada ‘Cuesta del rompeculos’, desde la Travesaña Alta, pasando por el Portal Mayor, para bordeando la vieja muralla llegar a la calle Valencia, la fontana de los cuatro caños y la calle Padre Sigüenza, y desde allí contemplar otros dos edificios históricos, el Seminario Mayor, antiguo de San Bartolomé, y enfrente el colegio de la Sagrada Familia, la SAFA, de reconocido prestigio a nivel nacional, que tiene este curso 400 alumnos matriculados. Un poco más abajo, la Casa Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.
En la misma calle del asilo encontramos el parque de la Alameda, centro neurálgico de la vida social de los seguntinos desde 1804, ahora en reforma, y declarado Bien de Interés Cultural. Antes de entrar en el mismo está la pequeña ermita del humilladero, de portada y bóveda gótica, y en pleno parque, el convento de las Clarisas, de portada renacentista y un interior en que el silencio es oro. Al término del mismo aparece el convento de las Ursulinas del que unas monjas molinesas en 1818 se hicieran cargo. Su estilo es muy barroco. En su interior se da clase a casi medio centenar de alumnas. A su derecha nos encontramos con la ermita de San Roque, recientemente recuperada como lugar de exposiciones. Su portada también es barroca y da nombre a uno de los barrios más señoriales de Sigüenza. En un callejón de esta misma calle- el de Infantes-, se encuentra el colegio de los padres Josefinos de Murialdo, con hermoso patio y bellas galerías.
La calle de San Roque es dieciochesca con casas homogéneas, con típicos balcones, y en ella destaca el arbolado de acacias, llamado de las ocho esquinas. Cruza con la calle Medina, que baja a la Alameda y sube a la Catedral, terminando en el museo diocesano. Desde la catedral podemos comenzar el recorrido propuesto del que seguro olvidamos muchos detalles que hacen de Sigüenza -a la que no falta estación de tren-, una ciudad con tanto que enseñar, cuna de grandes artistas y escritores, templo de la mejor gastronomía castellana. Su Semana Santa, las ferias medievales, la fiesta de San Vicente, la de San Juan o las de agosto, constituyen valores añadidos para acercarse a vivir el encanto de esta ciudad medieval.
Pedro Villaverde Embid
Director adjunto de Nueva Alcarria
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