La familia de la víctima acusa al entonces director de gestión, el ahora diputado del PSOE Aurelio Zapata, de no denunciar los hechos, y él se defiende argumentando que no podía hacerlo "por presunción de inocencia"
Redacción | Miércoles 10 de mayo de 2023
La Audiencia Provincial de Guadalajara ha condenado a cuatro años de cárcel a un celador que abusó de una joven en el Hospital Universitario de Guadalajara el 23 de julio de 2020, en plena pandemia de Covid. La víctima, que tenía entonces 18 años, estaba ingresada por un trastorno de conducta alimentaria.
Según figura en la sentencia, el acusado primero tocó el culo a la víctima en el pasillo, bajando su mano desde el hombro, algo a lo que ella no le dio mayor importancia. Después, ese 23 de julio entró en su habitación y la besó. Salió y regresó de nuevo diciéndole: «Me la vas a chupar y me voy a correr en tu boca».
Los hechos probados recogen que «se bajó los pantalones y la ropa interior que portaba, se cogió el miembro viril y lo introdujo en la boca» de la víctima, «donde eyaculó, quedando ella bloqueada en estado de shock». Después le dijo que no contara nada de lo sucedido, pues le hundiría la vida.
Según unas declaraciones a las que ha tenido acceso La Tribuna, la víctima contó lo sucedido a una auxiliar, que la creyó desde el primer momento y fue un gran apoyo para ella. Sin embargo, no sintió ese respaldo por parte de la psiquiatra con la que habló. «Su reacción fue decirme si era cosa mía, si denuncio o por el contrario no digo nada y en ese caso ellos tampoco lo harían, se quedaría entre las personas que lo sabían, el personal de la planta y yo. Ellos no harían nada». Añade que no se sintió «arropada» porque pidió que mirasen las cámaras del pasillo para tener pruebas de que el acusado entró en su habitación, pero le dijeron que eran cámaras de vigilancia, pero no de grabación. «No me sentí apoyada, la verdad», confiesa.
«La auxiliar a la que yo se lo conté, la primera persona que se lo conté, sí me apoyó muchísimo y otra enfermera, a la que también se lo conté, me apoyaron muchísimo y me dijeron que eso había que denunciarlo sí o sí», expone. Asimismo cuenta que el celador no fue apartado ipso facto y que ella se lo volvió a encontrar en un ascensor en el que también había más gente.
Tras irse a buscar al celador por su cuenta y riesgo, el padre de Julia se va a hablar con el responsable en ese momento del centro, Aurelio Zapata, director de gestión. Zapata se pone a su disposición, pero no denuncia los hechos. "Nos dice que lo único que puede hacer es separar al trabajador de ese servicio, cambiarle de planta, y eso es lo que hace... Pero nunca llega a denunciar los hechos".
Es la familia la que lo hace. El pasado 16 de marzo llega la sentencia, a la que ha tenido acceso EL MUNDO. El celador, A., es condenado a cuatro años de prisión por abusos sexuales. Aunque no hay más prueba que el testimonio de cada cual, la Audiencia Provincial de Guadalajara da toda la credibilidad al testimonio de Julia, y entiende que el contexto apoya su veracidad. La chica sufre tras los hechos un estrés agudo, una crisis de ansiedad con agitación psicomotriz, hiperventilación, síncopes y el mareo y la caída antedicha.
Y es ahora cuando llega la segunda denuncia de la familia, no ante la Justicia, sino ante los medios de comunicación: "Es una vergüenza que el hospital no se personara en nada, ni denunciara los hechos. Esto queremos decirlo muy alto, ahora que ya tenemos sentencia, para que no le pase a más gente. Y es una vergüenza también que una psiquiatra del centro intentara que mi hija no lo contara. Esto no puede ser".
Aurelio Zapata, que fue director de gestión del Hospital de Guadalajara hasta septiembre de 2021, defiende a este diario lo hecho: "Nosotros no podíamos denunciar nada, por la presunción de inocencia. Lo que podíamos hacer era tomar medidas cautelares para evitar problemas entre un trabajador y una paciente, como hice al separarle de ese servicio, y desde luego ponernos a disposición de la familia, como hicimos también. Pero no podíamos denunciar, eso debían hacerlo ellos".
El centro, en todo caso, nunca se personó tampoco en la causa contra el trabajador, que siempre negó haber cometido el abuso sexual. En la sentencia, que es aún recurrible, se condenó igualmente al Servicio de Salud de Castilla La Mancha a indemnizar a la joven por los daños en la dentadura sufridos al caer tras su mareo. Julia, por cierto, no es su nombre real, porque la víctima prefiere proteger su intimidad.
El Ministerio Fiscal y la acusación particular pidieron de ocho años a ocho años y medio, aunque al final la sentencia le ha condenado a cuatro, más cinco de libertad vigilada. Deberá indemnizar a la víctima con 6.000 euros por daños morales y 4.170 por lesiones y secuelas, con la responsabilidad civil subsidiaria del Sescam.
La defensa negaba los correlativos de la acusación pidiendo la libre absolución. «En el mismo sentido calificó» la letrada de la Junta, que asistió al Sescam en el proceso por su responsabilidad civil subsidiaria.
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