Antes del nacimiento de Pac Man o el Tetris, ya había videojuegos. Este técnico de televisión había inventado el «Brown Box» en 1968, un prototipo de consola que deambuló por los despachos de grandes empresas de televisiones, hasta que una se atrevió a lanzar la idea al mercado. El resultado fue: la Magnavox Odyssey, la primera consola que permitía jugar en una pantalla de televisión.
Baer, durante toda su vida, patentó 150 inventos, entre ellos la primera pistola de luz para las videoconsolas o el videojuego Ping Pong, que inspiraría el más famoso juego de tenis Pong.
La idea de la videoconsola nació en 1951, cuando le encargaron fabricar la mejor televisión del mundo. En ese momento él mismo intuyó que el futuro estaría en aquellos aparatos que permitieran hacer varias cosas a la vez, interactuar con ellos y divertirse.
Mucho esfuerzo le costó que la empresa de electrónica para defensa militar Sanders le diera permiso y fondos para desarrollar el invento. Pero esta unión no funcionó, por lo que durante un tiempo se dedicó a enviar vídeos a los fabricantes de televisión para venderles su invento.
La empresa Magnavox por fin lo lanzó al mercado en 1972, pero el escepticismo con que fue acogido y las sugerencias posteriores acabó apartándole del negocio, aunque no de los juegos electrónicos.
En 1978 inventó Simon, el primer juego capaz de retar la memoria y la agilidad mental de los niños. Sin embargo Bauer abandonó la industria del ocio electrónico antes de que llegara a despegar y en 1987 se jubiló.
En 2006, en una entrevista, le preguntaron que si en algún momento pudo intuir que cuatro décadas después de su novedoso invento tendrían tanto éxito los videojuegos, a lo que él, con tono muy irónico, respondió: “¿Podría haber predecido Thomas Edison que todo el mundo andaría por las calles hablando por teléfonos móviles? ¡Pues yo tampoco, no tenía ni idea!”.