Redacción | Domingo 05 de abril de 2015
El Viernes Santo se vivió el recogimiento de la procesión del silencio, después de unos días en los que la Cofradía de la Veracruz y el Santo Sepulcro han estrenado un paso y la restauración de algunos otros
El tiempo, soleado y con calor en las horas centrales del día, está convirtiendo esta Semana Santa en una de las más concurridas de los últimos años a nivel turístico. Desde el pasado miércoles, todas las plazas hoteleras de la ciudad están llenas.
Desde el punto de vista del fervor religioso, en los días previos a la Semana Santa fue bendecido el paso de “La Flagelación de Cristo”, que salió en procesión por primera vez en la Semana Santa seguntina, en la tarde del Domingo de Ramos.
Fue novedad la concentración de todos los integrantes de la Cofradía de la Veracruz y el Santo Sepulcro, tanto hermanos de carga como hermanos de vela y músicos de la banda, en la parroquia de San Pedro. Allí tomó la palabra el abad de la Cofradía, Oscar Ruíz, recordando el sentido de la Semana Santa y el fervor profundo de la ciudad. Los cofrades desfilaron, formados, al son de los tambores hasta la Ermita de las Ursulinas.
Desde allí salió la procesión del Domingo de Ramos por la tarde, especialmente vistosa. Entonces salieron todos los pasos de la imaginería seguntina, a excepción del que representa la entrada de Jesús en Jerusalén, que había salido por la mañana.
El lunes procesionó de nuevo el paso de “La flagelación de Cristo”, y el de la “Oración en el huerto”. El martes la marcha se dirigió hasta la Iglesia de Santa María, con el paso de “El beso del Judas” y de “La Virgen de la Dolorosa”. El miércoles se trasladaron el Sepulcro y la Virgen de la Soledad hasta la Catedral.
El viernes, por la mañana, salía una de las procesiones más esperadas de la Semana Santa. Partiendo de cada una de las tres parroquias, la de san Pedro, desde la Catedral, la de Santa Maria y la de San Vicente, todas se encuentran en la Plaza de Don Hilario Yaben. Desde allí, juntas, llegan hasta la ermita de la Vera Cruz, en el parque de La Alameda. El tiempo, excepcional. Ni calor, ni frío, el sol luciendo y la música de la Banda de Sigüenza acompañando.
En la noche de ayer, la ciudad revivió la solemnidad de la Procesión del Silencio. El Sermón de Soledad, previo, corrió a cargo del abad de la Cofradía. El Santo Sepulcro y la Virgen de la Soledad le dieron una vuelta al interior de la Catedral, para salir después al atrio y bajar, por la calle del Cardenal Mendoza, hasta la ermita de San Lázaro.
Acompañando a las imágenes del Santo Entierro y de la Virgen de la Soledad, y a los “armaos” de la Cofradía de la Vera Cruz y Santo Sepulcro, iban las hermanas Esclavas de la Soledad, con sus luces y cánticos de duelo. Llegada la procesión a la Ermita de San Lázaro, ante miles de asistentes, el Hermano Mayor de la Cofradía llamó por tres veces a la puerta, respondiendo a la pregunta del interior con el “Jesús el Nazareno, Rey de los judíos”, en el momento álgido de la Semana Santa de la ciudad.
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