Existe un consenso generalizado en nuestra región sobre la innegable necesidad de reducir brechas digitales y utilizar la tecnología como fuerza tractora al servicio de la innovación, el emprendimiento y la internacionalización de nuestras empresas, la eficiencia y modernización de nuestra administración, y la calidad de vida de nuestros ciudadanos.
Nuestra sociedad en general, capitaneada con pujanza por sus nativos digitales, es cada vez más consciente de que una comunidad en red es más próspera y ofrece más oportunidades.
El pilar fundamental sobre el que se sustenta la incorporación de los nuevos servicios digitales son las infraestructuras de telecomunicaciones, que posibilitan la conectividad y permiten la adopción de los paradigmas tecnológicos emergentes, como la computación en nube o el “Big Data”, el análisis y puesta en valor del volumen ingente de datos recolectados por todo tipo de sistemas y sensores.
Precisamente por eso, un afán primordial compartido por todos en los últimos años ha sido conseguir en nuestra región el acceso a la banda ancha con velocidades de 2 Mbps./seg. o superiores en todas las poblaciones, por al menos una tecnología, cubriendo de este modo las 437 localidades que sólo disponían del servicio universal, en lugares donde este servicio es cada vez más apreciado y demandado, por encima incluso de otras infraestructuras tradicionales.
Sin embargo, la explosión de los nuevos dispositivos móviles y sus innumerables usos, inimaginables hace una década, hace que cada vez sea más necesaria la banda ancha en movilidad, con tráfico de datos cada vez más intenso. El despliegue de la tecnología 3G auspiciado por la administración regional ha sido muy relevante, alcanzando 367 nuevas localidades desde mediados de 2011, y reduciendo en 20 puntos el número de poblaciones que no disponen de este servicio. Típicamente se trata de localidades a las que sin el apoyo público no habría llegado el mercado, muchas veces con unas condiciones orográficas complejas a las que se añaden, desde los requisitos medioambientales o la distancia y calidad del suministro eléctrico, hasta las dificultades del propio acceso físico a los emplazamientos de estos nuevos Centros de Telecomunicaciones.
Pese a este gran avance conseguido, cubrir en una región tan extensa como la nuestra las poblaciones todavía pendientes de la banda ancha móvil en las zonas rurales sigue siendo una ambición colectiva a la que no podemos renunciar porque, en la era de los servicios digitales, resulta ser tan esencial para sus habitantes como la carretera, la electricidad, la televisión o el agua potable.
Si hablamos en términos de banda ancha ultrarrápida en movilidad, tras un ilusionante comienzo de su despliegue en 2014 en nuestra región, ya se dispone de cobertura 4G en las cinco capitales de provincia de Castilla-La Mancha por parte de los operadores Movistar, Vodafone, Orange y Yoigo. Así mismo, hay cobertura 4G en Talavera de la Reina, Puertollano, Villarrobledo, Alovera,… y una lista de poblaciones que se incrementa gradualmente. El año 2014 finalizó con aproximadamente un 30% de la población regional con acceso a la banda ancha móvil ultrarrápida y con el anuncio del principal operador nacional de Telecomunicaciones de su compromiso de cubrir con esta tecnología todas las poblaciones de Castilla-La Mancha de más de 5.000 habitantes, que totalizan más de dos tercios de nuestra población.
Este extraordinario despliegue, junto con el actual de fibra óptica en las principales ciudades y ocho de los mayores polígonos industriales de la región, supone un incuestionable avance en los objetivos de la denominada Agenda 2020.
Indudablemente, esta infraestructura tecnológica es el gran facilitador de la calidad y rapidez, en cualquier momento y lugar, de la administración electrónica, del comercio electrónico, de los nuevos servicios digitales en el ámbito de la salud y la educación (muchos de ellos ya introducidos en nuestra región de modo pionero) y de todo un sinfín de posibilidades y usos personales, empresariales y sociales, que suprimen diferencias y acortan distancias.
Consolidación, transformación, e-Administración, servicios digitales, banda ancha ultrarrápida, Bilib (“creer para crear”)… Todo un poliedro de conceptos que, estratégicamente integrados, conforman una ambición que, gracias al entusiasmo y al tesón colectivo, no sólo está permitiendo cosechar sus frutos, sino que fomenta un ecosistema digital saludable, con unas bases sólidas y rigurosas para seguir planificando nuevos objetivos y obteniendo provechosos resultados. Porque, no nos olvidemos, nos va mucho en ello.
Daniel Martínez Batanero
Vicesecretario de Estudios y Programas del PP