Redacción | Miércoles 29 de abril de 2015
La noche que transcurre del 30 de abril al 1 de mayo es especial en la villa ducal. En ella confluyen dos tradiciones, religiosa y social, que, consecuentemente, son vividas con fervor e intensidad por los pastraneros.
Mañana, día 30 de abril, jueves, en la Plaza del Ayuntamiento, la rondalla de Pastrana, acompañada por los Dulzaineros de Guadalajara, va a cantar los Mayos de Pastrana, los mayos a la Virgen en el mes de las flores, “o mes de María, que es la flor de las flores”, precisa Emilio Esteban, párroco local. Además, también se cantan seguidillas y jotas a las mozas o “majas”, como también se las conoce en La Alcarria. Una de coplas que, a buen seguro, se escuchará en la Plaza del Ayuntamiento a partir de las doce de la noche dice “si no ha llovido en mayo, se celebran en Pastrana, invita a tus amigos, que vendrán de buena gana”, recuerda María Jesús Tarancón, vecina hasta hace bien poco de la calle del Altozano. Las coplas son regadas con vino y limonada y acompañadas por la degustación de dulces típicos, como las rosquillas.
En la villa ducal, el canto de los mayos está unido a la celebración del Día de la Cruz, que en realidad corresponde exactamente el día 3 de mayo. Según cuenta la tradición católica, Santa Elena, que era la madre del emperador romano Constantino, viajó a Tierra Santa para buscar la Cruz de Cristo, propósito que logró, después de excavar la tierra del Monte Calvario en una de las colinas cercanas a la ciudad de Jerusalén. Allí se descubrieron tres cruces, las de los ladrones Gestas y Dimas que acompañaron en su martirio a Jesús, y también la de Jesús. Fue la de Cristo la que obró el milagro de curar a un enfermo. Desde entonces, fueron muchos los peregrinos, que llegados a ciudad santa, se llevaron como reliquia un trocito de aquella cruz, o lignum crucis. En la Colegiata de Pastrana se conservan varios pequeños fragmentos en torno a los que, desde tiempo inmemorial, la villa ducal celebra la Fiesta de las Cruces de Mayo, declarada de Interés Turístico Provincial.
Desde el pasado domingo, los vecinos de los diferentes barrios de Pastrana se afanan para construir y tejer de flores las ocho cruces, una por barrio incluidos también los de nueva creación, que adornan Pastrana. Una de las ventanas o balcones, emblemáticos de cada parroquia se recubre con mantones de manila y sábanas blancas impolutas, conformando un altar. Sobre ese fondo, cuelgan una cruz de madera, en torno a la cual los vecinos colocan reliquias, cuadros y artesanía fabricada por las monjas de Pastrana que van completando el ornamento de la Cruz.
Después de cantar los mayos, los pastraneros, encabezados por la corporación municipal, visitarán las ocho cruces empezando, como es tradicional, por la del Heruelo para seguir por las de la calle Las Monjas, Plaza del Altozano, calle Altozano, plaza del Pilarejo, calle de El Viento, Albaicín y Fuenperemnal. “Entre unos barrios y otros competimos, sanamente, para ver cuál de todos la hace más bonita y colorida”, dice María Jesús. Las flores del campo, ahora en plena efervescencia, llenan de color estas muestras de artesanía y buen gusto popular. “Antes utilizábamos más los lirios, las lilas y las rosas que cortábamos en el campo o por las calles, haciendo alguna trastada, ahora tendemos más a las floristerías”, dice con gracia María Jesús.
Rondalla y dulzaineros, y también muchos vecinos de Pastrana, recorrerán todas las cruces, pues existe la arraigada costumbre de verlas todas. También lo harán incluso algunos turistas que suelen acercarse esa noche a la villa ducal. El uno de mayo, el barrio entero suele comer y cenar en torno a su cruz. Y son esos mismos vecinos los que cepillan el traje a los visitantes para que les des una limosna con la que sufragar el gasto.
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