Al cruzar el umbral de la puerta de Santa María de Hita se inicia un viaje sin retorno hacia la Edad Media. La localidad abraza la ladera de un cerro, al abrigo de unas murallas que en otro tiempo llegaron hasta un desaparecido castillo.
En su seno guarda hermosos rincones como la plaza del Arcipreste de Hita, jalonada de soportales; las ruinas de la iglesia de San Pedro, que se muestra sublime, a pesar de ser abatida durante la Guerra Civil; la iglesia de San Juan Bautista, de estilo gótico-mudéjar (siglos XIV y XV); las bodegas que surcan el subsuelo de Hita formando pasadizos y extramuros; o el Palenque, que rememora los torneos medievales de caballeros en uno de los actos más significativos del Festival Medieval, fiesta de Interés Turístico Nacional que se celebra en el mes de julio.
Dentro del término municipal, aunque más cercano a Torre del Burgo se encuentra el monasterio de Sopetrán, junto a la vega del río Badiel. De origen visigodo, fue centro religioso y cultural de la zona y hoy se pueden admirar algunos restos medievales y las columnas herrerianas de su claustro.
La CM-101 pone rumbo a Jadraque, localidad dominada por el Castillo del Cid, edificio que es símbolo y emblema de la localidad. Los muros de sus casonas relatan increíbles historias, no solo de las que se comparten con palabras o se recogen en libros o tratados de historia, sino también de las que se perpetúan con el pincel. Muy pocos saben que en esta localidad, mirador del valle del río Henares, acogió en la Casa de los Verdugo al mismísimo Jovellanos, que residió aquí durante meses. El político recibió la visita de Goya, que dejó plasmadas sus pinturas en las paredes de la conocida como Saleta de Jovellanos; en la Casa de las Cadenas se fraguaron las intrigas de Isabel de Farnesio, y la Casona de San Juan dio morada a Juana la Loca en sus viajes entre Castilla y Aragón. La visita a Jadraque se completa con algunos edificios religiosos como la Iglesia de San Juan Bautista, la ermita del Santísimo Cristo, el convento de los Capuchinos y las ermitas de San Isidro y de Cáritas.
¿SABÍAS QUÉ… A pesar de conocerse como el Castillo de El Cid, este caballero castellano jamás residió aquí ni pisó tal fortaleza en Jadraque. Su nombre se debe a su principal morador, el I Conde del Cid y I Marqués de Cenete, Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, en el siglo XV. La fortificación es uno de los últimos vestigios del modelo castillo-palacio medieval, en vías de desaparición en la época. Desde sus almenas se observa una de las vistas más espectaculares del valle del río Henares. |
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Desde Jadraque la carretera conduce hacia el conjunto monumental de Atienza, uno de los municipios de mayor encanto de la provincia de Guadalajara, sembrado de murallas en las que se abren puertas en forma de arcos de medio punto y apuntados; deliciosas iglesias románicas; plazas jalonadas de soportales, interesantes y curiosos museos y un castillo roqueño que corona su punto más alto.
La Puerta de la Virgen, que se abre en uno de los tramos de la recia muralla, se adentra en el casco atención conduciendo los pasos hasta una de las plazas más bellas de la villa. La Plaza de Don Bruno Pascual Ruizlopéz o del Trigo, está presidida por la iglesia de San Juan del Mercado (siglo XVI) y alberga un conjunto de coquetas construcciones tradicionales porticadas. Dos de sus capiteles lucen los emblemas del Cabildo de curas de Atienza, unas llaves cruzadas y un águila bicéfala.
Cruzando el arco de Arrebatacapas se accede a la monumental Plaza de España, dominada por el Ayuntamiento y por un conjunto de edificaciones, también con soportales, entre las que destaca el palacio de Bravo de Lagunas, Medrano y Mendoza (siglo XV). De planta triangular, en su centro se alza una hermosa fuente bien tallada del siglo XVIII.
Un recorrido por el casco nos llevará a conocer robustas casonas y numerosos templos románicos con mucho encanto. La iglesia de la Santísima Trinidad (siglo XII), alberga el Museo de la Caballada (Fiesta de Interés Turístico Nacional) y el Museo de Arte Sacro, con la magnífica talla del Santísimo Cristo del Perdón de Luis Salvador Carmona (siglo XVIII); la iglesia de Santa María del Rey es la más antigua de la villa (Románico, siglo XII) y preside el cementerio de Atienza. También del siglo XII, la iglesia de San Gil acoge el Museo de Arte Sacro, donde se conservan tablas de Alonso de Berruguete; una Virgen de Belén de Juan de Juanes; una talla gótica de Cristo crucificado y algunas colecciones de piezas arqueológicas, minerales y fósiles. La iglesia de San Bartolomé (siglo XIII) en la parte baja del municipio, también tiene un museo, donde además de sus piezas de arte sacro destaca una importante colección de fósiles con 3.500 especies distintas. Por último, la iglesia de Nuestra Señora del Val, a las afueras de la villa, es un hermoso ejemplo del románico rural con una curiosa portada.
El castillo roqueño de Atienza ya aparece en el Cantar del Mío Cid como una "fortaleza muy fuerte", por su aspecto recio y poderoso alzándose sobre una peña. Fue Alfonso VI quien recuperó este sitio en el año 1085, declarado hoy Monumento Nacional, desde donde se observa la mejor panorámica de la villa y sus paisajes.
En el entorno de Atienza, a lo largo de la carretera GU-145, existe un buen racimo de pequeños pueblos con algunos curiosos ejemplos del románico rural como Romanillos de Atienza, Bañuelos, Miedes de Atienza o Hijes.
A las afueras de Albendiego (localidad a la que accedemos saliendo a la CM110 y tomando después la GU-213 y la GU-138), en un remanso de paz, donde descansan los muertos, emerge la iglesia de Santa Coloma (siglo XII), que susurra leyendas de templarios filtradas como la luz a través de sus celosías.
Es uno de los más significativos ejemplos del románico rural de la provincia, junto con el hermoso templo de San Bartolomé de Campisábalos, del que destacan su portada y un pequeño atrio porticado, y la iglesia de Villacadima, que también regala a la vista otro destacado ejemplo de románico rural con una esplendorosa portada.
En el marco de esta pequeña ruta por el románico rural de la Sierra Norte, también se puede dar un paseo por la laguna de Somolinos, un espacio natural de gran belleza.
Cantalojas remata esta escapada por la sierra. Allí encontramos el camino que se adentra en el Hayedo de la Tejera Negra, el más meridional de Europa, que se deshace en colores rojitos, ocres y amarillos cuando el otoño comienza a mudar las hojas de sus árboles.
EL HAYEDO MÁS MERIDIONAL DE EUROPA El hayedo de Tejera Negra se disfraza de otoño. Se viste con sus galas ocres, amarillas, parduscas que empiezan a teñir paulatinamente las copas de las hayas, robles, tejos, abedules, avellanos y melojos, entre otras muchas especies arbóreas. Se trata de uno de los hayedos más meridionales de Europa, que presume de haber logrado arropar en sus recovecos más umbríos un bosque de 400 hectáreas de hayas surgidas cuando las temperaturas eran más propicias. Algunas tienen más de 300 años y existen robles que hablan de seis siglos atrás en el tiempo. Las 1.641 hectáreas del hayedo de Tejera Negra se enclavan en el término municipal de Cantalojas y fueron declaradas parque natural en 1978. El hayedo está surcado por los valles de los ríos Zarzas y Lillas. Este espacio natural cuenta con dos rutas circulares, señalizadas con paneles interpretativos y balizas, para realizar a pie: la Senda de Carretas (6 kilómetros.) y la Senda del Robledal (17 kilómetros). También existe una ruta circular señalizada para bicicletas que llega al río Zarzas (21kilómetros). Más información: http://agricultura.jccm.es/parques/forms/parqf001.php |
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