A Emiliano García-Page, al PSOE de Castilla-La Mancha, le han vuelto a adelantar por la izquierda en lo que se ha convertido ya en una práctica habitual a lo largo de esta legislatura. Cuando uno se queda inmóvil esperando ver qué pasa lo normal es que acaben sobrepasándote y, al final, terminas siendo algo residual que es, parece ser, el camino emprendido por el PSOE de García-Page.
IU de Castilla-La Mancha lleva otro camino. Sabe muy bien la coalición de izquierdas que está mejor que nunca, que hay encuestas que ya le sitúan claramente por delante del PSOE en algunas provincias de Castilla-La Mancha y que el terremoto generado por Podemos le puede beneficiar mucho si sabe jugar bien sus cartas. De momento, el coordinador regional de la formación, Daniel Martínez, ya ha dicho públicamente que quiere acercarse al moviendo de Pablo Iglesias para ser determinantes en Castilla-La Mancha.
Mientras tanto, el PSOE parece que vive atragantado aún por la derrota electoral de 2011, como si no hubiese sido capaz aún de hacer la digestión, de regenerarse, de dejar atrás la época – tan oscura – de Bono y Barreda. Mirar al PSOE regional, donde siguen los mismos que llevaron a Castilla-La Mancha a la ruina, es mirar al pasado.
Si Page, al que no le queda otra que presentarse como cartel electoral del PSOE para las autonómicas una vez que ha sido descartado para competir a nivel nacional por la secretaría general de su partido, no cambia el rumbo y comienza a hacer una oposición constructiva y evita centrarse únicamente en crear tensión puede llevar al PSOE a ser la tercera fuerza política de la región. Y eso en el currículum de quien aspira a vivir eternamente de la política es un borrón demasiado grande.