Yebes se suma al proyecto ‘Un olmo, mil historias’ con la plantación de un ejemplar inmune a la grafiosis
El sábado se plantó un ejemplar donado por el MAPA en la ermita de la Soledad en el marco de esta iniciativa que lideran cinco organizaciones naturalistas y a la que ya se han sumado una docena de municipios de Guadalajara
miércoles 20 de diciembre de 2017, 14:46h
‘En homenaje y recuerdo de aquel testigo taciturno de la vida diaria de los vecinos de Yebes. De sus trabajos y negocios, de sus descansos y charlas. Que fue viga de techos y pilar de puentes, banco y borriqueta de talleres, apero de labranza y yugo de bueyes. Y en la plaza, donde tantas fatigas mitigó con su abundante sombra’. Es parte de la inscripción que se puede leer en el cartel que se ha colocado al lado del plantón de olmo que este sábado se sembró a pocos metros de la ermita de la Virgen de la Soledad de Yebes en recuerdo de aquel que durante décadas vio pasar a generaciones de vecinos del pueblo. Este ejemplar de Ulmusminor resistente a la enfermedad de la grafiosis se ha producido a través del Programade conservación y mejora de los olmos ibéricos y ha sido cedido al Ayuntamiento de Yebes por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente.
Los olmos han formado parte del legado histórico de muchos pueblos de la provincia de Guadalajara, no solo como magnífico ramón para el ganado sino que su resistente madera se empleaba en varios usos. Y no solo eso. Algunos incluso lo han incorporado como topónimo, como Olmeda de Cobeta o La Olmeda de Jadraque.
No faltan otros con advocaciones marianas cuyas vírgenes son patronas, como Maranchón o Casa de Uceda. Otros tienen a estos árboles en sus escudos heráldicos, como el propio Maranchón, Pareja o Rillo de Gallo. Y son legión los que incluyen el nombre en el callejero. Ya lo dijo Carlos Castely Clemente en la obra ‘Descripción física, geognóstica, agrícola y forestal de la provincia de Guadalajara’ que publicó a finales del siglo XIX, un ingeniero de Montes y Diputado a Cortes que ejerció durante cuatro años en el Distrito Forestal de Guadalajara. ‘El olmo es el árbol más querido de los habitantes de los pueblos [de Guadalajara], y es por tanto el compañero casi inseparable de todos los grupos de viviendas, lo mismo al N. que al S., al E. que al O., de la provincia’, aseveraba en sus páginas.
Era la época en que el 30% del arbolado en España estaba formado por olmos, que se diseminaban por las márgenes de las carreteras y caminos, en las zonas aluviales de los ríos y en las plazas, donde puso de manifiesto su valor ornamental. Al permitir que fueran soleadas en invierno y estuvieran en umbría en el estío. Como en Mandayona, Aranzueque, Ocentejo, Pareja y tantos otros pueblos de la geografía provincial. Hasta que en los años 30 hizo su aparición la grafiosis no agresiva en la Península Ibérica, que en la década de los 80 derivó en una variante mucho más mortífera, que acabó con el cien por cien de los individuos. Provocado por un coleóptero que siempre había estado asociado a este árbol, con el que mantenía una estrecha relación natural de alimentación. Hasta que el hombre decidió expandir el olmo fuera de su ecosistema natural y provocóque las cepas de los hongos que alimentaban a estos escolítidos y que hasta entonces habían estado en equilibrio con el árbol, multiplicaran su agresividad.
En la charla que Luis Gil impartió en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Yebes previa al acto de plantación, relató un caso sintomático de nuestra provincia. Este catedrático de Anatomía Vegetal de la Escuela Superior de Ingenieros de Montes de la Universidad Politécnica de Madrid refirió el caso de la Alameda de Sigüenza, cuyo origen se remonta a 1775 y que se pobló de negrillos. Desde la ermita del Humilladero y a lo largo de decenas de metros, se transformó en un jardín ejemplar que era motivo de orgullo para los seguntinos.Hasta que llegó la grafiosis. “A esa lucha la ciudad destinó en vano mucho dinero para evitar la muerte de esta arboleda con productos fungicidas y tratamientos preventivos”, explicó. De los cerca de 400 olmos comunes de enorme porte que había no quedó ninguno. El último superviviente fue ‘el olmo de la pista de baile’, que fue talado en 2008. “Tras analizar los anillos que se dibujaban en el tronco se comprobó que había sido plantado en 1836”, describió.
Hoy, hay quien está empeñado en recuperar la memoria de aquellos distinguidos olmos que habitaban en las plazas, fuentes, ermitas o caminos de los pueblos de Guadalajara. ‘Un olmo, mil historias’ es un loable proyecto divulgativoque abanderan cinco organizaciones naturalistas: la Asociación Nacional Micorriza, el Grupo WWF-Adena Guadalajara, la Asociación Fagus, el Grupo de Anillamiento Aegithalos y Ecologistas en Acción de Guadalajara. Que proporcionan ejemplares de olmos autóctonos (Ulmusminor) y resistentes a la grafiosis que son plantados en lugares públicos. Procedentes del proyecto de investigación científica que desde hace más de treinta años lidera el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente en colaboración con la Universidad Politécnica de Madrid. Con el material gráfico que recopilen editarán una publicación con las viejas imágenes de aquellos olmos y las vivencias que se desarrollaban en torno a ellos juntos con las fotografías de las plantaciones actuales.
Ese elenco de municipios de la provincia de Guadalajara que desde febrero de 2016 han plantado un ejemplar de olmo resistente a la grafiosisa la que desde este sábado se ha sumado Yebeslo forman Guadalajara, Maranchón, Sigüenza, Marchamalo, Pareja, Brihuega, Romancos, Torrejón del Rey, Yela, Cifuentes, Sigüenza y Molina de Aragón.
“Es muy gratificante comprobar con placer cómo las gentes que han convivido toda su vida al lado de un olmo antiguo son capaces de renovar las esperanzas de que sus nietos puedan disfrutar de un árbol del tamaño y portecon el que crecieron ellas”, opina Vidal Gaitán, concejal de Medio Ambiente de Yebes.