LETRAS VIVAS SEGUNTINAS : Sigüenza y sus aldeas, el paisaje construido por el último Románico europeo
sábado 01 de mayo de 2021, 18:59h
Sigüenza y sus aldeas conforman el último territorio donde toma forma el último Románico europeo y, ciertamente con él, se edifica y se ordena desde el siglo XIII, un especial paisaje arquitectónico ‘medieval, cristiano y popular’ que todavía hoy es posible reconocer.
El románico es el primer proceso de globalización cultural que marca y define la identidad europea medieval.
Un punto de inflexión para un mundo cristiano hasta entonces disgregado que consigue formular un lenguaje artístico común gracias al cual todo el territorio se cubre de “un manto” de iglesias que permiten hacer visible esa Europa unificada bajo el cristianismo. En la península ibérica el románico prospera inmerso en un intenso proceso bélico y de cruzada frente al Islam, ligado a la recuperación de grandes unidades territoriales que van a ser repobladas con población cristiana. Es un arte que se formula en una tierra en lucha constante con otra cultura, otra religión y poseedora de una enérgica arquitectura igualmente identitaria.
Las tierras de Sigüenza, bajo la sombra de sus obispos, son repobladas y su territorio se estructura gracias a un elevado número de núcleos de población cristiana, tan mínimos que no pasaron de ser diminutas aldeas, pero todas propietarias de una iglesia. Tuteladas desde la catedral de Sigüenza, estas pequeñas iglesias románicas fueron construidas como medios de expresión de la nueva estructura política, territorial y religiosa emergente. Portadoras de profundos valores culturales cristianos, se convirtieron en el elemento visual destacado de esta nueva articulación.
Podemos decir que la recepción y la apropiación de la arquitectura románica tuvo, en estas mínimas aldeas, una profunda voluntad de legitimación identitaria y construyó, a través de la mirada, un paisaje de hondos contenidos ideológicos cristianos, aunque constructivamente fueron edificios cada vez más sencillos, funcionales, fáciles de erigir y en ellas el románico se convirtió en un arte localista, popular y ciertamente humilde.
A lo largo de los siglos estas pequeñas iglesias románicas, en estas mínimas aldeas, han sido el único espacio comunitario y público capaz de vehicular la vida social de sus poblaciones y han acogido los acontecimientos de la vida de sus individuos: bautizos, bodas, sepelios… en todas y en cada una de ellas se unen todos los tiempos históricos, todas las historias individuales y todas las experiencias y practicas vitales.
Por tanto, son hitos de un paisaje visual, cultural y vital transmisor de unos significados válidos hasta nuestro presente.
Esther Alegre Carvajal.
Historiadora. UNED